“Desde el cristal con que miro”
Por Miriam Chan
El arribo de turistas al Caribe mexicano es cada vez mayor. Recordemos que en el año 2022 visitaron Quintana Roo 20 millones de paseantes en los 12 destinos turísticos de la entidad, cifra que para el cierre del presente año se pretende superar, y tan solo en la presente temporada vacacional de “Semana Santa 2023”, que comprende del domingo 2 hasta el 16 de abril, se espera la llegada de más de un millón 250 mil paseantes nacionales y extranjeros, así que de acuerdo con las cifras es obvio que el turismo crece, aunque lamentablemente los visitantes no suelen dispersarse por toda la geografía estatal, y en concreto por la capital quintanarroense.
Aunque el empresariado hotelero y restaurantero de Chetumal tiene puestas sus esperanzas en las llamadas “temporadas altas” de arribo de turistas, lejos de modificar sus estrategias de marketing para atraer a los visitantes a la entidad y brindar servicios de calidad, se limitan a bajar las cortinas de sus negocios con el pretexto de que la mayoría de la clase trabajadora, es decir, los burócratas, prefieren salir de la capital del estado y acudir a centros turísticos como Bacalar, Mahahual y la Riviera Maya principalmente, motivo por el cual los pocos turistas que se atreven a visitar la capital quintanarroense, se encuentran con la mayoría de los restaurantes cerrados y en consecuencia se van con un “mal sabor de boca”, al no tener alternativas en el consumo de alimentos, y peor aún, por encontrarse con una ciudad desolada y desierta.
¿Todavía nos preguntamos por qué casi nadie quiere visitar la llamada ciudad “donde inicia México”? ¿Por qué Chetumal es una ciudad empobrecida? ¿Por qué los turistas prefieren visitar Cancún, Isla Mujeres, Cozumel, Puerto Morelos, la Riviera Maya, Holbox, Mahahual y Bacalar principalmente? ¿Qué requiere la capital de Quintana Roo para despegar turísticamente? ¿Cuándo podremos ver o escuchar que el arribo de turistas a Chetumal y sus alrededores ha tenido un gran repunte?
Estimados lectores, es obvio que el sur de Quintana Roo nunca podrá competir turísticamente con el norte del estado, y no solo por las playas azul turquesa, la infraestructura hotelera, o los parques acuáticos naturales, sino principalmente por los servicios que brinda el sector hotelero y restaurantero. Si bien cada destino de la entidad tiene su magia, con lugares únicos como los sitios arqueológicos, ríos, naturaleza y aventura como la selva, estos últimos ubicados en distintos puntos del sur, es necesario insistir en que en lo inmediato, el empresariado chetumaleño deberá desarrollar estrategias, infraestructura y actividades diversas, pero sobre todo mantener las puertas abiertas de sus negocios, la mayor parte del tiempo principalmente, las llamadas vacaciones de “Semana Santa”.
Es lamentable que el sector restaurantero se queje de la indiferencia, desinterés y desapego de la autoridad competente, cuando ellos hacen muy poco o casi nada para modificar sus políticas de atención y desarrollo de marketing entre otros, ya que solo así podrán beneficiarse de la derrama económica por concepto de turismo, además de las quincenas burocráticas.
Una de las políticas del gobierno, que encabeza Mara Lezama Espinosa dice que “tiene como prioridad que el turismo llegue a todos los rincones de Quintana roo, que genere oportunidades y crecimiento económico es decir, prosperidad compartida, tal como se establece en el nuevo acuerdo por el bienestar y desarrollo”. Aunque hay mucho por hacer para alcanzar esta llamada “prosperidad compartida”, lo importante es dar el primer paso para dejar de ser “la capital empobrecida que vive de la economía burocrática”.
Nos leemos la próxima semana, aquí “Desde el cristal con el que miro”.
