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El duro legado de ocho machos en Palacio de Gobierno

El balance global de los ocho machos en la gubernatura caribeña a partir de 1975 y hasta este sábado completito, cuando culmina la era del no priista y repentino obradorista Carlos Joaquín, es negativo y decepcionante en todos los frentes.

Algunos hicieron cosas muy buenas e impulsaron proyectos trascendentes, pero se imponen las fallas con enormes consecuencias, los enfoques erróneos sostenidos por necedad y una corrupción cada vez más insaciable e incorregible que le arrebató la libertad y el futuro a Roberto Borge, el joven cozumeleño que cierra el prolongado reinado del PRI.

Es oportuna la revisión del desempeño de los varones en el trono de Palacio de Gobierno porque desde el primer segundo de este domingo una mujer debuta en la gubernatura y la recibirá en las peores condiciones de toda la historia, con una jauría consentida de criminales que son la pesadilla cotidiana en Cancún y Playa del Carmen.

Pero Mara Lezama no podrá escudarse en las excusas – y vaya que las tendrá en abundancia para no avanzar al ritmo que desea– porque llega con el mayor respaldo social y político, sólo comparable con el que tuvo Mario Villanueva al tomar las riendas ante el Presidente Carlos Salinas, un cinco de abril de 1993.

Los machos tuvieron aciertos y cada uno aprovechó las condiciones del estado para ir construyendo casi de la nada, cuando el PRI era el único espacio para acceder al poder.

Aquí resalto el brío político arrasador de Jesús Martínez Ross, la asombrosa destreza de Pedro Joaquín Coldwell, la honestidad a toda prueba y visión constructora de Miguel Borge Martín, el aliento impulsor de Mario Villanueva con su mano dura que amanece amigable, la frialdad táctica y tolerancia de Joaquín Hendricks, el olfato político superior de Félix González Canto, así como la impreparación, resentimientos y arrebatos de Roberto Borge, quien no pudo sacudirse el yugo de su antecesor Félix.

El cozumeleño Beto Borge merece una mención especial, porque con su rabiosa acometida dinamitera contra Carlos Joaquín precipitó la caída del PRI y lo expulsó seis años antes del paraíso, obligándolo a pedir limosna de un día para otro.

Y finalmente la reprimida sed revanchista de Carlos Joaquín, quien quiso gobernarnos con los colores del PRI y fue forzado por Beto Borge a pactar un matrimonio por conveniencia con PRD y PAN, desinflados membretes cuyas arrogantes figuras se creyeron el espejismo de su fuerza propia.

Los machos hicieron cosas muy buenas y crearon obra vital con tino estratégico. Un botón de muestra: la Universidad de Quintana Roo fundada en Chetumal por el cozumeleño Miguel Borge Martín, quien además dotó de valioso patrimonio a la Máxima Casa de Estudios.

Pero también hicieron cosas muy malas, como el Megainvernadero Chan Santa Cruz de Felipe Carrillo Puerto financiado a manos llenas por Joaquín Hendricks, quien entró al quite cuando el empresario fuereño Rufo Antonio Gutiérrez Ramírez ya no pudo impulsar el ambicioso proyecto en la zona maya.

Hay luces y sombras en las obras e inversiones de nuestros gobernantes, pero el éxito turístico de Quintana Roo ha sido un cesto de panes con huevos ocultos de serpientes venenosas que hoy derraman su violencia mortífera, abarcando nuestra capital que por décadas presumió su placentera y dormilona tranquilidad.

Los machos dejan una deuda pública fuera de control, una burocracia maltratada que ha contemplado a cientos que han sido lanzados a la calle en los gobiernos de Roberto Borge y Carlos Joaquín, la tupida corrupción simulada con golpes de pecho y la pérdida del rumbo en aguas bravas de alta mar.

Lo bien hecho por ellos es eclipsado por las malas decisiones al calor de las complicidades en grupos selectos, pero no hay que dejar a salvo a quienes se negaron a decirle no al monarca de Palacio de Gobierno, incluidos en primera fila los diputados locales que dieron luz verde a endeudamientos, refinanciamientos y concesiones como la de Aguakan, pegada como garrapata al lomo de Cancún, Isla Mujeres, Puerto Morelos y Solidaridad.

Es cosa de horas para que Mara Lezama tome las riendas de una gubernatura muy complicada, pero la gobernadora electa de Morena llega con todas las constelaciones a su favor y cuenta con el respaldo y afecto entrañable del astro rey: el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

A nivel político y partidista reina la Cuarta Transformación en Quintana Roo y la denominada oposición es pieza de museo, aunque ocasionalmente escucharemos algunos lamentos ahogados por la impotencia.

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