Chetumal, 27 de mayo
Manuel Ortiz
El leer en las redes sociales que “GRACIAS al buen corazón y preocupación hacia los más necesitados de Arlet Mólgora se llevó a cabo la cirugía del señor Joaquín Pinto Baños”, es asqueroso y lamentable, ya que es lastimera la forma en que buscan curar en salud el pésimo actuar y la falta de tablas y sobre todo de corazón de la diputada chetumaleña.
En primer lugar porque no fue un acto de buena fe; su “rápida gestión” fue derivada del quemón que empezó a nivel local y llegó a medios nacionales como el Excélsior y MVSnoticias, y que ante la presión social vertida en las redes sociales y el evidente impacto negativo a su raquítica carrera política, no le quedó de otra que comerse el orgullo y buscar al demandante para que lo atendieran.
En segundo lugar, porque la operación no fue pagada de su bolsillo, ni de los de sus asesores. Fue a través del Seguro Popular que se mantiene de los impuestos (que cada día son más) de todos y cada uno de los mexicanos.
Si la diputada Arlet en realidad quería callarles la boca a sus supuestos detractores, hubiera llevado con sus recursos –que son abundantes- al padre del pequeño con un especialista, ya sea en la ciudad de Chetumal o en la ciudad de Mérida para que sea atendido de inmediato.
Tercero, tuvo que ser la presión de los usuarios de las redes sociales y el internet, que gracias al excelente trabajo periodístico de Francisco Villanueva y el equipo de Taxi Vigía se supo de este caso que llevaba al menos un mes sin que lo tomaran en cuenta. Fueron las lágrimas y el coraje de la sociedad las que hicieron que no le quedara otra a la joven diputada, que reaccionó porque pretende seguir escalando posiciones en la administración pública.
Hay que decirlo de esta manera: tanto Arlet Mólgora como su esposo, Miguel Pérez, son una familia con suerte, que por azares del destino ocupan inmerecidamente las posiciones que hoy ostentan. No cuentan con trabajo político dentro el PRI, no tienen una estructura propia, ni se les conoce alguna aportación a ese partido que les dé el derecho a tener lo que hoy tienen.
Arlet y Miguel le cuestan al estado unos 200 mil pesos al mes en salarios, más viáticos, gasolina, pago de celular, atención médica particular, además de gozar de otras percepciones, como por ejemplo las cuotas mensuales que cobran a las alumnas de su equipo de gimnasia, que entrena en instalaciones de la Cojudeq, las cuales han “privatizado”.
Arlet le ha costado mucho dinero al PRI. El hacerla llegar a la diputación por el primer distrito fue el producto de la explotación de burócratas obligados a participar en el famoso programa 1×100 el día de la elección, muchos de los cuales poco tiempo después de las votaciones, con la llegada de la famosa Reingeniería Administrativa, fueron lanzados a la calle.
Pero no le ha costado solo dinero, sino también le ha costado el prestigio –o lo que queda de él- al partido Tricolor.
Simplemente con el caso del señor Joaquín Pinto se evidenció una antigua maña de todos los políticos: el prometer y no cumplir. A la diputada se le hizo fácil dar su palabra y luego olvidarse del caso, porque excusas como “creía que había sido atendido”, no caben en una persona que se dice política, más aún cuando cuenta con jefe de prensa, asistentes, chofer y hasta fotógrafo que le hacen la chamba más fácil.
La falta de oficio político y el valemadrismo de su equipo de trabajo que lejos de ayudarla, la hunden día con día, la ha llevado a ganarse el rechazo de la población chetumaleña, que la ven como lo que es: una imposición producto de amiguismos y compadrazgos.
Y para el 2015 a la diputada Arlet el PRI le tiene abierta la cartera y los recursos para que haga su campaña adelantada en busca de la diputación federal, pisoteando a políticos con mucha mayor experiencia y trayectoria dentro de ese partido. Habrá que ver si los millones de pesos que derroche el PRI en la chetumaleña lograrán borrar sus constantes yerros..
PD. Si hay que agradecer a alguien es a Francisco Villanueva y al equipo de Taxi Vigía que hizo pública esta promesa, que se había convertido en engaño.
PD. Sugerencia para los que vayan en busca de algún apoyo con Arlet Mólgora: GRÁBENLA y difúndanlo, ¡solo así entiende!