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La libramos

En Chetumal, la buena suerte ha vuelto a congraciarse con nosotros.

Después de aquel agravio de hace algunos días, cuando dos brutales aguaceros nos empaparon hasta el sentimiento, algo se fracturó entre los chetumaleños y la diosa fortuna.

Y no fue cualquier cosa, nos dio la espalda como hace mucho tiempo no lo hacía.

Vaya que nos habíamos encariñado con ella. ¡De tantas que nos había salvado!.

El chetumaleño sin embargo, no perdona una.

Había cierto rencorcillo flotando en el ambiente.

Duele hasta el mismito tuétano que a tus propiedades a las que recurres frecuentemente se las lleve el diablo.

En esta ocasión, !gulp!, cargamos varios días con un nombrecito taladrándonos insistentemente el cerebro: Beryl.

Uno, que ya es veterano de guerra en cuestiones de huracanes, sabe las consecuencias tan salvajes que el meteoro deja a su paso. El ejemplo de Acapulco es lo más reciente.

Este jueves, muchos amanecimos con los dientes rechinando como cuando hace un frío de los mil demonios y con la mente convertida en arepa.

Con el transcurrir del día, sin embargo, vinieron noticias que fueron un bálsamo para los chetumaleños.

Y heme aquí a las 7:45 de la mañana de hoy viernes respirando más tranquilo, con apenas un chubasco nocturno que solo vino a alborotar los calores que incendian nuestros cuerpos.

Al menos la capital, tan propensa a convulsionarse con cualquier aguacerito, esta vez ha sido socorrida por la buena suerte.

!Uf, ya era hora!. ¡Bienvenida de nuevo a nuestros brazos!.

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