Visión Intercultural
Francisco J. Rosado May
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El 29 de septiembre los medios dieron cuenta de la votación en la Cámara de Diputados con respecto a la eliminación del horario de verano en México, después de casi 3 décadas de su implementación.
La votación fue de 445 a favor, 8 en contra y 33 abstenciones. La decisión aún necesita de la aprobación de la Cámara de Senadores, pero se espera su ratificación antes del 30 de octubre, fecha en la que formalmente quedaría cancelado el horario de verano.
La medida será válida en todo el país, pero tiene excepciones. Los municipios ubicados en la frontera norte tendrán horario estacional para que mantengan una integración laboral, social y cultural con sus vecinos de Estados Unidos.
La otra excepción es para aquellos estados donde no hay cambio de horario, como Quintana Roo. Esto quiere decir que a partir del 1 de noviembre el centro del país, así como Campeche y Yucatán, tendrán una hora diferente al de Quintana Roo. Antes de la decisión de eliminar el horario de verano, Q. Roo solo tenía una hora delante en el invierno; ahora será todo el año. La discusión sobre la eliminación del horario de verano no es solo en México. Estados Unidos ha planteado la misma situación.
El 11 de marzo el NY Times publicó un artículo de Amelia Nierenberg, presentando todo el abanico de argumentos a favor y en contra de la medida; no solo de políticos sino de científicos que han estudiado el efecto del cambio de horario en la conducta de las personas y en la economía.
La implementación del horario de verano en Estados Unidos inició en 1918 como una forma de ahorro de carbón por causa de la primera guerra mundial, pero en 1919 fue cancelado. Años más tarde, la segunda guerra mundial propició nuevamente que todo el país adopte el cambio de horario dependiendo de las estaciones del año.
Hay varios argumentos a favor del cambio de hora en el verano, la mayoría establecidas antes de contar con la tecnología actual. El principal es el de ahorro de energía, argumento que no parece resistir las evidencias modernas.
El otro argumento es el de la actividad económica, tener más horas de luz natural en las tardes favorece las actividades de esparcimiento; por lo tanto, es bueno para los negocios. Otro argumento de carácter económico es que cuando coinciden horas entre dos puntos que tienen intercambio comercial, se optimizan los costos, sea por viajes de personas o transporte de exportaciones, sea por avión, tren, barco o por tierra. El argumento alrededor del efecto en la salud también tiene pros y contras.
Unos señalan que más horas de luz natural en las tardes evita sedentarismo, otros indican que nuestros relojes biológicos circadianos nunca se adaptarán a las horas extras de luz, lo cual conduce a falta de descanso natural y en consecuencia baja en la productividad laboral.
Con seguridad los argumentos anteriores aplican para Q. Roo. Será importante tomarlos en cuenta por que una buena parte de la movilidad de bienes, servicios y personas es con el resto del país con quienes tendremos una o dos horas de diferencia. Q. Roo se mudó a otro huso horario en 2015 para estar igual que la costa este de Estados Unidos, al menos durante el invierno. Con la política actual en México y la que viene en Estados Unidos, con respecto al horario de verano, ¿qué pasará en Q. Roo si la costa este de Estados Unidos decide mantener su horario de verano? Afortunadamente la nueva Ley de Huso Horario contempla que los Congresos Locales puedan tomar la decisión correspondiente.
Habrá que escuchar a la gente más temprano que tarde, tal y como sucedió no muchos años atrás cuando se hizo el primer experimento de que Quintana Roo tenga una hora diferente al del resto del país, y que distinguió a varias comunidades de algunos municipios a adoptar la hora rebelde, especialmente en Carrillo Puerto. La hora rebelde coincide con el horario de invierno del centro del país, diferente al que ahora tenemos en Q. Roo. Es cuanto.