Leí en las redes sociales cierta bulla sobre el estilo de cada comunicador para sobrevivir en este mundo, que a diferencia de antes, a todos nos exige cierta dosis tanto de talacha como de neuronas.
Yo, pienso -ahí voy de metiche-, que en toda actividad, cada quien tiene su muy particular manera de bajar los cocos.
Unos (¡tómala¡) apedrean la palmera, otros -cuestión de estilos-la chulean (¡mua, mua!) para que solita suelte el fruto.
En fin, el camino está tan pedregoso que material no falta para impactarlo en la primera humanidad con cara de comunicador que se nos cruce.
¡Aguas!, decían los colmilludos periodistas de antaño, esos que en vez de agua tomaban ron: Los carniceros de hoy pueden ser las reses de mañana”.
No critico, ¿he?, solo expongo, no quiero arriesgarme a que en una de esas me toque una bala perdida.
Les dejo el texticulillo y me retiro -lo más furtivamente que puedo- a hacer caricatura, que es lo mío.