Desde los Once Pasos
Javier Chávez Ataxca
La gobernadora lopezobradorista Mara Lezama tuvo este fin de semana un desplante grosero con el reportero chetumaleño Rafael Briceño Chablé, de Noticaribe, quien la interceptó en un evento sabatino para arrancarle unas declaraciones de obligado seguimiento a la renuncia o destitución del Fiscal General del Estado, Óscar Montes de Oca Rosales.
Pero Mara trató con la punta del pie al ex corresponsal de El Universal que fue persistente al lanzar preguntas relacionadas con el tema vigente, ya que la gobernadora es la fuente principal para clarificar lo ocurrido en la Fiscalía, pero una y otra vez bateó al reportero con unos modos cortantes que no tuvieron sus antecesores en la silla, incluido Roberto Borge.
La cancunense tiene cualidades distintivas que deben inclinarla a la corrección política por ser la primera mujer que llega al máximo trono de Quintana Roo, ya que ella presume un estilo diametralmente opuesto al machismo que todos condenamos, pero la escena es terrible.
Saludamos con una salva de aplausos este viraje hacia el humanismo y la sensibilidad femenina presumidos por Mara en el discurso, pero el video viralizado muestra a una mujer empoderada que no oculta su desprecio a quien fue jefe de oficina del Diario de Yucatán en Chetumal a fines de a década de los 80, cuando ella aún estudiaba en su natal Ciudad de México.
La familia periodística de la capital no pide un trato preferente de parte de Mara y su engreído equipo de prensa, pero necesita condiciones aceptables para desarrollar su labor y aquí la gobernadora debe tener el pulso exacto por haber brotado de nuestro gremio, ya que laboró en Novedades de Quintana Roo y Radio Turquesa.
En el video Mara Lezama no sólo se sacude al reportero, sino a los lectores que aguardan una declaración acerca de la situación de la Fiscalía. Porque hay una responsabilidad republicana que ella no debe eludir, porque el reportero no le está pidiendo audiencia para tratar un asunto personal o la interceptó en una fiesta familiar.
Era un evento oficial con jóvenes, utilizados por Mara para tomarse la foto y escapar del asedio de Rafael Briceño, un magistral sabueso en la tarea informativa que no se fue con las manos vacías, ya que nos mostró a la Mara real y empoderada como un fin, no como un medio.