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Lágrimas y risas

A como veo doy, dijo Rafa Marín y, ¡zaz!, inundó con espectaculares publicitarios la zona norte del estado.

Y es que, si de recursos económicos se trata, este cristiano, con toda seguridad, no tiene el menor problema a la hora de darse algún gustito.

¡Uf!, se pone bueno este asunto.

La competencia por el máximo puesto político en la entidad comienza a agarrar tintes de verdaderos chorros de sudor en la frente de muchos.

De comedia pasó a drama.

Nuestros actores políticos a veces suelen darnos ese tipo de espectáculos tan “excelsos”.

De un reparto en el que todos mostraban su mejor sonrisa, de pronto, sin decir agua va, alguien les obliga a ponerse la máscara del drama.

Teatro, excelso teatro en la más pura expresión de la palabra.

Ahora, los actores comprometidos con el reparto inicial, están metidos en chico lío, ya no pueden dormir a pierna suelta, ni rascarse la panza confiados en que sus esfuerzos al final tendrán el justo premio que ellos creen merecerse.

Los otros, los que hasta temor tenían de mostrarse en público, de sacar el pecho y gritar el nombre de su candidato, hoy, que su líder asoma la cabeza sin tapujos, retozan de alegría.

Hay “tiro”. Que a nadie le quede la menor duda.

La competencia se pone muy caliente y de que saldrán chispas, ¡uf!, saldrán, puede usted apostar doble contra sencillo.

Por de pronto, como simples espectadores, a nosotros nomás nos queda esperar para ver en qué termina todo este espectáculo.

El que quiera reír, que ría y el que quiera llorar, que llore. No hay de otra.

Total, en sí, esa es la más pura esencia de la comedia y el drama: la risa o el llanto.

No hay más.

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