Hay profesiones que cada día es más complicado ejercerlas.
La del periodismo es una de ellas. Para los comunicadores estos son tiempos de andar con un ojo al gato y otro al garabato porque por donde sea podría saltar la liebre.
Recientemente, Graciela Machuca denunció una serie de ataques en su contra.
Grace, es la persona más solidaria que conozco.
Cuando la circunstancia así lo requiere, ella es la primera en saltar al ruedo.
Su labor incomoda a muchos y es como un callo en salve sea la parte de los personajes que ostentan el poder. Una protuberancia que ellos rascan y rascan y nunca consiguen aminorar su efecto corrosivo.
Graciela, con su aportación constante, como esa gota de agua que cae una y otra vez en la piedra hasta lograr horadarla, consigue incomodar al funcionario público balín que no tiene más remedio que recurrir a defensas burdas.
Es como ese tenaz pájaro carpintero que no solo intenta agujerear el tronco de un almendro para hacer nido, sino que, encarrilado, intenta hacerle un hoyo hasta al granítico poste que conduce los cables de la energía eléctrica.
Le tengo mucho respeto a Graciela. Admiro su valor para enfrentar al Goliat que se siente ofendido y entonces arremete confiado en su poderío.
Nadie como ella a la hora de levantar la voz en defensa del colega agredido o de la dama violentada a la que se le han cerrado todas las puertas.
En estos tiempos, tener los pantalones de Graciela, no es algo muy común en la comarca. Muchos preferimos escurrir el bulto y voltear la vista a otro lado. Ella, en cambio, es capaz de encaramarse en su vehículo y viajar kilómetros enteros para ir al frente de batalla aún cuando el olor a pólvora que ahí se respira casi te reviente las narices.
Graciela, es solidaria hasta las cachas, me consta.
Estos días, por desgracia, son difíciles para ejercer el periodismo.
Hay mucho político mostrenco que ha llegado al poder por obra y gracia del “espíritu santo” y la mínima crítica les provoca salpullidos.
Hay divinidades de la polaca que no hubiesen servido ni para hacerles los mandados a varios servidores públicos en tiempos pasados.
Hay “políticos” que se sienten tocados por la mano de Dios y por lo tanto piensan que todos los demás deben rendirles pleitesía absoluta.
De allí que este texticulero aprecie aún más el trabajo constante de Graciela.
Vaya desde aquí mi más absoluta solidaridad ante los ataques que ha recibido por parte de “políticos” chiripa que sienten que le hacen un favor al mundo ejerciendo la función pública.