En los círculos cercanos al alcalde capitalino Eduardo Espinosa Abuxapqui ya genera molestia a flor de piel esa protección y promoción contra viento y marea a la carrera de su ahijado político, Jorge Aguilar Cheluja, a quien intentó entregarle las riendas de la Tesorería, colocándolo finalmente con evidente contrariedad al frente de la Secretaría General, dejando con las manos vacías a Luis Alamilla Villanueva, quien sudó intensamente como coordinador de la campaña de Abuxapqui.
Abuxapqui le tiene muchas toneladas de afecto a Aguilar Cheluja, pero un político debe ser frío para no nublar su criterio, inclinándose por los talentos que pueden fortalecer su proyecto de gobierno. Y en el caso de Cheluja, el joven juega con mucha ventaja porque Abuxapqui es capaz de comprarle globos y golosinas cada tarde dominguera, dando un trato privilegiado a su consentido que ocupó su curul cuando solicitó licencia como diputado local, a fin de participar como seguro candidato a la alcaldía que conquistó sin emplearse a fondo.
Luis Alamilla se perfilaba como Secretario General, pero al serle bloqueada la opción de la Tesorería para su cachorro adoptivo tuvo que ofrecerle a Alamilla una posición despreciable, ya que la Secretaría General quedaba como el único obsequio digno de “Chelujita”, un sujeto dominado por la soberbia y acostumbrado a humillar sin misericordia, amparado por el afecto de su padre político.
El alcalde Abuxapqui comete un grave error, no sólo por dar una bofetada a los Alamilla Villanueva –familiares de su despreciado antecesor Carlos Mario Villanueva Tenorio –, sino por poner el afecto por delante. Y es que sus otros colaboradores siempre jugarán en desventaja, aunque obtengan las mejores notas en sus encomiendas.
Recordemos que en su anterior período como alcalde (2002-2005) el señor Abuxapqui impulsó con todo a su Tesorero Gustavo García Bradley, a quien intentó dejar como sucesor. Incluso, ya al frente de la Gran Comisión del Congreso lo habilitó como Oficial Mayor, despidiéndolo y eliminándolo de su relación de elementos confiables.
Lo mismo hizo con Normando Medina Castro, a quien colocó al frente de la Comisión para la Juventud y el Deporte, al calor de la negociación para olvidarse de ser candidato a la gubernatura, ya que había sido destinada a Roberto Borge Angulo.
Hay que decirlo: Eduardo Espinosa Abuxapqui es el único político chetumaleño que aspira a la candidatura a la silla mayor sin ser parte del equipo del gobernador, a diferencia del diputado federal Raymundo King la Rosa.
Por ello está obligado a sumar a su proyecto a los valores más destacados. Pero en cambio el alcalde se está hundiendo en el pantano de la mediocridad, ya que la mayor parte de sus colaboradores no está facultada para las inmediatas e ineludibles exigencias.
Cierto: los recursos financieros son limitados, pero en estas condiciones tan adversas debe aflorar la capacidad de los subordinados en todas las líneas. Y en esta categoría están los regidores del PRI y de gran parte de la oposición.