Desde los Once Pasos
Javier Chávez Ataxca
Con una conferencia muy participativa, ayer fue presentado en Culiacán el libro “Nunca estuve sola”, de la autoría de la escritora chetumaleña Elvira Aguilar Angulo. En sus páginas hablan mujeres quintanarroenses que han padecido cáncer de mama, un mal que cambia vidas y las arrebata, de ahí la vital importancia del tema tumoral tratado con desdén y miopía por los poderosos a partir del gobierno federal.
Elvira Aguilar viajó a Sinaloa con mi esposa Elvira Moguel Morales, quien padeció cáncer de mama y cuenta su historia de supervivencia en el libro que fue presentado recientemente en Monterrey, y previamente en algunos municipios de Quintana Roo, incluyendo nuestra capital.
Esta conferencia cara a cara la posibilitó la sensibilidad política del Partido Sinaloense, cuyo líder Héctor Melesio Cuén Ojeda acudió con todos los mandos directivos cuyo partido donó cien mastografías disponibles en los consultorios del partido. Tomen nota los oídos sordos de mi región maya caribeña.
Ante más de 300 mujeres presentes en un salón y mil 500 que siguieron la transmisión, la escritora Elvira Aguilar expuso el contenido del libro “Nunca estuve sola”, mientras Elvira Moguel compartió su experiencia detallando lo que debe enfrentarse para luchar contra el cáncer, porque son batallas que no perdonan un solo descuido e involucran familias, gastos y laberintos burocráticos saturados de insensibilidad, mientras los cuerpos resienten los efectos de los tratamientos.
En el caso de mi esposa Elvira, aunque menciona a grandes rasgos el origen de su cáncer de mama, quiero detallar que ella cuidó el tema de la detección temprana en 2014, pero el radiólogo chetumaleño Hebert León Ureña equivocó el diagnóstico en la Clínica Carranza, de Chetumal. Poco después erró la UNEME DEDICAM de nuestra capital, pero acertaron de inmediato en la Clínica Pensiones, de Mérida.
La mención la hago de nuevo porque el Colegio Médico de Chetumal y los de Quintana Roo tienen que revisar sus controles de calidad partiendo de la capacidad de sus médicos especialistas que no deben jugar al de tin marín de do pingüe, ya que las consecuencias son catastróficas y pueden ser mortales, independientemente de la acumulación de gastos y la vida que se limita a las mujeres con cáncer.
Por cierto, ¿y el Hospital Oncológico de Chetumal, apá?
Detenido de nuevo en el libro posibilitado por la visión sensible de Elvira Aguilar –a quien tanto admiro con muchísimo afecto– hubo una primera edición del libro y otra reciente posibilitada por la empresa Novartis.
Y quiero reconocer la intervención de la sinaloense Lizbeth Pérez, quien fue un enlace muy eficaz para la presentación de “Nunca estuve sola” en la tierra de Pedro Infante y Lola Beltrán.
Toda mi gratitud para Lizbeth, Directora General de la Agencia de Comunicación y Relaciones Públicas Lizbeth Pérez y Asociados. De Lizbeth quiero resaltar que ha hecho más promoción de Chetumal y el sur del estado que muchos de casa.