Desde los Once Pasos
Javier Chávez Ataxca
La Universidad de Quintana Roo pondrá a prueba su condición de autónoma al sumergirse en su proceso para el cambio de rector que ha agitado ambiciones y una estampida de aspirantes a relevar al gris ex Secretario de Gobierno de Carlos Joaquín: Francisco López Mena.
Decidido a cuidarse la espalda, el rector joaquinista mete mano para heredar el trono a un elemento de su absoluta confianza, pero hay otros protagonistas y en la cúspide la decisión la tendrá la gobernadora Mara Lezama, cuyo Secretario Particular es el chetumaleño Ángel Rivero Palomo, antecesor de López Mena en la rectoría.
El proceso se empieza a calentar en redes sociales y uno de los aspirantes es el catedrático Raúl Arístides Pérez Aguilar, anclado en la Universidad desde su fundación y con prestigio nacional en cascada, pero las mañas del PRI brotaron y así lo expone Arístides:
“Vuelve el circo a la Uqroo, ahora para elegir nuevo rector. Ese circo viejo con afanes de perdurar junto al poder se está dando a manos llenas. Yo le entregué a la Uqroo 30 años de la mía vita y ahora me sale con que debo legitimar con una certificación mi título de doctor en lingüística hispánica (obtenido hace 23 años) y mi acta de nacimiento (obtenida hace 64 años) como si las firmas de esos documentos fueran falsas. No certifiqué nada. Y si por eso me sacan del circo, pues ni modo. No les voy a seguir su jueguito. A mí me respetan mis papeles o no hay trato…”
Tan absurdo como que una madre le pida al hijo que se haga un análisis de ADN para confirmar que es suyo al momento de la herencia, pero además Raúl Arístides se lleva de calle al pelotón de suspirantes y entre sus distinciones destaca la medalla “Gabino Barreda” al mérito universitario otorgada en 1997 por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
En la ley orgánica de la Universidad se señala que la junta directiva designará una Comisión Especial que seleccionará una terna de todos los concursantes a la rectoría, comisión integrada por miembros del Consejo Social, Consejo Universitario y del Patronato.
La primera incomodidad de la comunidad universitaria es que un integrante del Consejo Universitario también es miembro del Consejo Social, lo que le da ventaja de pertenecer a la Comisión Especial. Es el caso de Antonio Higuera Bonfil, presidente del colegio de académicos (COLACAD) que logró insertarse en la comisión para la elección de la terna.
El rector ha metido las manos contaminando el proceso, porque está decidido a dejar a un alfil a modo que no explore sus cuentas. En el racimo de pretendientes sobresalen académicos y administrativos que han colaborado con Francisco López en su mediocre gestión que ha devaluado más a nuestra máxima casa de estudios.
Muestra de ello son los números rojos en caída permanente de indicadores, como la retención de alumnos y la escasa demanda de jóvenes en carreras más que agonizantes, como Antropología y Relaciones Internacionales que siguen ofertando como si nada; estas carreras tienen más profesores de tiempo completo que alumnos.
Una aspirante que es carta del rector es la Secretaria General de la UAQROO, Karina Amador Soriano, conocida por sus desplantes autoritarios, sello de esta administración que ha despedido a quienes llevaban más de 20 años trabajando en la universidad, como en el caso de Guadalupe Cuéllar, a lo que se suma la reducción de salarios, pero no de asesores.