Desde los Once Pasos
Javier Chávez Ataxca
En el ocaso de su controversial mandato, el hechicero tabasqueño Andrés Manuel López Obrador está aterrizando dos obras gigantescas que benefician al sur de Quintana Roo con su municipio maya de Felipe Carrillo Puerto, donde hoy es entregado el aeropuerto internacional de Tulum. La otra es el Tren Maya, cuyo circuito abarca la Península de Yucatán y a Tabasco y Chiapas.
Hay más obras del gobierno federal en etapa de construcción en Quintana Roo, un estado maya caribeño que nunca había recibido en un sexenio ni en varios este cargamento de inversiones multimillonarias, pero habrá que vigilar la salud de estas grandes obras a largo plazo, donde enfrentarán su prueba de fuego.
El Tren Maya es fruto de la conocida terquedad del Presidente populista que impulsó la exitosa carrera de la gobernadora morenista Mara Lezama, quien aporta sus cualidades políticas para edificar lo que llaman Cuarta Transformación, cuyo repertorio de beneficios sociales mantiene en estado comatoso a la oposición.
En la otra esquina el gobierno del estado ha fracasado con sus obras porque piensa con las patas, dominado por ambición de la mala. Dos botones de muestra: el Parque Industrial con Recinto Fiscalizado Estratégico –construido por Carlos Joaquín en Chetumal– y el Mega Invernadero de Felipe Carrillo Puerto del chetumaleño Joaquín Hendricks, cuya Megaescultura está de más en nuestra irresistible bahía.
Hay que revisar el muelle de cruceros Costa Maya en Mahahual que ha sido funcional, pero por muchos años benefició en exclusiva a la pareja formada por el empresario Isaac Hamui y Joaquín Hendricks. Lo nuevo es que los derechos de la concesión los tiene un consorcio internacional manejado por un puñado de navieras, pero lo de fondo es la obligada lluvia de beneficios para los prestadores de servicios.
También hay que evaluar la situación de la zona arqueológica de Ichkabal, en el municipio de Bacalar. Con sus 40 metros de altura, a Ichbakal lo han puesto al tú por tú con el yucateco Chichén Itzá y algunos le han dado mayor importancia a la nuestra, pero sigue sin caminar este asombroso legado de los mayas anunciado con matraca desde hace muchos años.
Gracias al aliento creador de Andrés Manuel el sur se tiene que preparar para debutar en primera división, pero el chetumaleño tiene que salir de la modorra que cubre a sus gobernantes y sector privado casero, privado de iniciativa porque depende de los contratos gubernamentales y no invierte de su bolsa.
Además hay que resolver el tema del transporte urbano, porque es inaceptable que la capital del Caribe mexicano no tenga este servicio a disposición de las masas, como en cambio ocurre en “la blanca Mérida”. Y de paso hay que obligar a los taxistas a brindar un servicio de primera, porque el suyo es una porquería y les llueven las quejas por la falta de unidades cuando más se necesitan, incluyendo radio taxis a menudo no disponibles.