Desde los Once Pasos
Javier Chávez Ataxca
Primera mujer que ocupa la gubernatura maya caribeña de Quintana Roo, la lopezobradorista Mara Lezama presume la llegada de mujeres a posiciones de poder en muchas áreas, pero ellas sin excepción tienen un bajísimo perfil que las invisibiliza, comenzando por la Secretaria de Gobierno, Cristina Torres Gómez, quien entregó su corazón al ponzoñoso “Gobierno del Cambio” de Carlos Joaquín y votó por el panista Ricardo Anaya en el combate presidencial de 2018.
Las mujeres están empoderadas, pero esta condición histórica no la están haciendo valer en su campo de acción porque dejan que todos los temas caigan en la cancha de Mara Lezama, a quien se le están indigestando temas como el del incompetente Fiscal Óscar Montes de Oca, quien debe su cargo a Carlos Joaquín y ha empeorado enormemente la procuración de justicia, vital en el mandato de Mara.
Las mujeres empoderadas en la línea de fuego son:
Irazú Sarabia May (Secretaria de Obras Públicas), Karla Almanza López (Desarrollo Económico), Reyna Arceo Rosado (Contraloría), Josefina Huguette Hernández Gómez (Medio Ambiente), Linda Cobos Castro (Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca), Flor Ruiz Cosío (Trabajo y Previsión Social), Lilián Villanueva Chan (Instituto de la Cultura y las Artes) y Alma Alvarado Moo (Instituto Quintanarroense de la Juventud).
Todas las colaboradoras de Mara Lezama han dado carpetazo a las malas acciones de sus antecesores, cobijados en bloque por una impunidad que no se justifica porque Mara nos prometió el gobierno del “Cambio Verdadero” y este ha consentido la corrupción kilométrica del joaquinismo que vio la cara a los chetumaleños, quienes masivamente endiosaron al hermano del intachable gobernador priista Pedro Joaquín Coldwell.
Hay mujeres en otras posiciones no menos trascendentes, como Alma Beatriz García Muñoz (Sistema Quintanarroense de Comunicación Social) y Samantha Hernández Cardeña, quien cobra como directora general del Colegio de Bachilleres y no sale de Cancún.
La irresponsable desaparición de Samantha Hernández es tan extrema que no aparece con información actualizada en la página del Colegio de Bachilleres y en redes sociales, algo inaceptable en estos tiempos de difusión instantánea al alcance de todos.