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Mi enfoque sobre el accidente del pasado sábado en las cercanías de Felipe Carrillo Puerto, donde murieron siete personas al invadirles carril el conductor de una camioneta Lincoln, ha provocado una oleada de reacciones virulentas en Facebook, cuestionando incluso mi forma de practicar el periodismo y hasta mis criterios para seleccionar tal o cual foto en mi columna Alerta Roja, especial para mi portal Periodistas Quintana Roo.
No me escandalizo ante tales reacciones en mi contra, que van de la descalificación a la ofensa, con escalas en la burla. Quien tenga la piel extra sensible que deje por la paz al periodismo, pero este tipo de piel lo detecto en quienes asumen el papel de protectores y porristas de Carlos Joaquín González, aspirante del PRI a la gubernatura y a quien impactó políticamente la tragedia porque la camioneta formaba parte de su convoy.
Mi análisis puede ser impreciso, pero nunca con mala intención. Pero me decepciona que los simpatizantes de Carlos Joaquín pretendan dictarme líneas de acción exigiendo que no involucre a su candidato, como si el periodismo fuese materia de boletines y párrafos al gusto de una de las partes.
La tragedia del sábado es periodísticamente novedosa porque involucra a uno de los aspirantes del PRI a la silla mayor, pero en mi caso nunca he torcido episodios como cierta prensa fraudulenta. El candente tema lo desarrollé en mi columna, fiel a mi estilo basado en los datos duros que analizo a conciencia, sin que esto garantice que yo sea infalible.
Un bloque de partidarios de Carlos Joaquín pretende lucirse ante él, asumiendo posturas en función de un cálculo político de obsidiana, impermeable a la objetividad a la que estamos obligados en todos los oficios y actividades.
Muchos periodistas han callado también por razones obvias, refugiándose en otros temas de menor importancia pero que los mantienen lejos de la zona de riesgo, porque consideran que pueden caer de la gracia de Carlos Joaquín en caso de que sea candidato del PRI a la gubernatura.
Tales posturas de algunos de mis compañeros son válidas, pero en mi caso hago mi trabajo sin valorar escenarios políticos. Tampoco participo en guerras sucias, y mi forma de hacer periodismo puede gustar o no, pero es la que me agrada y pretendo mejorar día con día.
He publicado en el Diario de Yucatán, Reforma, El Norte, Proceso y La Jornada, incluyendo medios locales. Actualmente soy columnista del Novedades Chetumal y coordino mi portal Periodistas Quintana Roo, lo que quizá pueda alejarme de la órbita de los primerizos en este oficio.
Lamentablemente la tragedia que enfrentan las tres familias carrilloportenses ha quedado en el olvido, y el hecho frío es que hay un homicida culposo que recuperó la libertad con el pago de muchos miles de pesos, porque así es la ley guste o no.
Que cada quien desempeñe su papel en el escenario, pero que no se blinde ante la verdad con motivaciones de infame conveniencia de temporada política.
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