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Novedades Chetumal
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A pesar de la demanda ciudadana y de la urgente necesidad de un transporte urbano eficiente y económico en la capital, la solución a este añejo problema causado por un capricho del ex alcalde Carlos Mario Villanueva Tenorio que terminó por ahuyentar a la empresa que prestaba el servicio, no se vislumbra cercana, pues el asunto permanece atorado por cuestiones realmente absurdas.
El problema de la carencia de transporte urbano en Chetumal ya es crónico y se ha convertido en una papa caliente para el alcalde Eduardo Espinosa Abuxapqui, quien desde su campaña realizó el compromiso público de resolver este tema de interés prioritario para la ciudadanía, cumpliendo a medias hasta el momento.
Y es que en el proceso de licitación del transporte urbano al gobierno municipal se le hizo bolas el engrudo, pues la única empresa dispuesta a brindar el servicio, Equipos y Maquinaria Ecológica Municipal, resultó que no contaba con el capital necesario para cubrir todas las rutas de la ciudad, y para obtener un préstamo que le permitiera adquirir las unidades faltantes requería de una concesión no menor a 10 años.
Abuxapqui, interesado en cumplir con su compromiso, acudió al Congreso local para solicitar la autorización de concesionar el transporte por una década, pero los diputados se cerraron inexplicablemente, sacrificando a los chetumaleños en el proceso que tienen que pagar los altos costos del taxi o sufrir el irregular servicio de las incómodas combis.
Porque finalmente son los ciudadanos los que cargan con el peso de las malas decisiones de sus representantes. Según el regidor panista Fernando Zelaya Espinoza, integrante de la Comisión de Desarrollo Urbano y Transporte, son doce rutas críticas las que hacen falta por cubrir, y las empresas interesadas en invertir exigen una ampliación del periodo de concesión, para cuando menos garantizar el retorno de su capital.
El tiempo se agota y la culpa es compartida entre los miembros del Ayuntamiento y los diputados locales, que están enfrascados en un cabildeo incesante que no se traduce en un beneficio real a la población, porque es inconcebible que una capital de una entidad no cuente con este servicio público fundamental. Chetumal es un caso único.