POR ISABEL ARVIDE
Lydia Cacho se suma a la campaña mediática contra Roberto Borge utilizando al Ejército, a supuestos documentos de “Inteligencia Militar” que, personalmente le habrian sido entregados con información, obviamente, de extrema confidencialidad sobre la presencia de grupos criminales en Quintana Roo.
En lo que pretende ser una “apretada síntesis” de la guerra de grupos criminales autodenominados “Zetas” por la plaza de Cancún, asevera que existe “aval” del gobierno estatal.
Después se pierde en un laberinto de falsas presunciones de actos delictivos realizados por personal de la policía federal y del Instituto Nacional de Migración, todo esto según sus documentos de “Inteligencia Militar”, para terminar en la llegada de misteriosos hombres chinos y patinar sobre la pobreza de la zona maya.
Sentencia, ante este peligroso revoltijo, que los militares, o sea todo el Ejército, más de 200 mil hombres, están temerosos de que Cancún se convierte en otro Acapulco. Y que otra de sus fuentes, un experto en “Inteligencia” así, sin militarización agregada, le dijo que todos en el mundo están “preocupados” por la frontera entre Belice y Quintana Roo.
Cualquiera que hubiese escrito un texto sin rigor periodístico, sin fuentes de información, sin pruebas que sustenten sus dichos, no tendría espacio en los medios de comunicación pero la señora Cacho ha hecho una larga historia de su “victimización” a manos del gobernador de Puebla hace varios años, y junto con su publica relación con un conocido editor ha logrado espacios públicos que no merecen esta burla.
Comencemos con el tema de la información secreta según la Cacho documentada, pero sin fechas ni nombres ni datos concretos, proveniente de “Inteligencia Militar”, o sea de un importante general. Durante más de 38 años he cubierto la fuente del Ejército, soy la decana, y no conozco a ese tipo de “jefe militar” que entregue documentos para su publicación.
Simplemente no existen. Los militares no funcionan así ni en sueños. Bueno ni siquiera se puede imaginar que esos presuntos “documentos” hubiesen llegado por razones sentimentales de manos de un novio militar que, la señora, con respeto, está muy mayor para tener.
Y si hubiese alguna intencionalidad de dar a conocer información, es obvio que la Sedena tiene asuntos muchos más importantes a resolver en su propio ámbito que referirse a Cancún, a señalar corrupción de agentes federales que de existir, por obligación de Ley, debieron conducir a su aprehensión.
Porque contra lo que piensa la chabacana visión de la activista social, defensora de mujeres golpeadas, convertida en “periodista”, los militares son inteligentes. Y de muy difícil acceso. Guardan un gran respeto a la confidencialidad obligada de su trabajo, no juegan a hacer política con periodistas.
Por lo que es una mentira inmensa, que cae por su propio peso, que exista un documento de inteligencia militar que diga tan conveniente cantidad de tonterías sin prueba alguna.
Queda entones la intención detrás de la nota firmada por Lydia Cacho en un momento muy conveniente para intereses políticos ajenos a Quintana Roo, o por lo menos a la realidad de la entidad.
Y no creo que éste sea el mejor camino para obtener, otra vez, el subsidio que el gobierno estatal entregó a su “refugio” hasta que Roberto Borge se convirtió en gobernador y lo canceló. Es obvio que a ella le sobra dinero ganado honestamente con su profesión alterna de periodista.
¿Notoriedad? ¿Fama? ¿Presencia política anterior a la selección de candidatos a diputado federal? Para mí es un misterio su insistencia en dar cátedras de moral apoltronada en su sillón de reina de las víctimas. Lo único que me queda claro es que no tiene capacidad de lealtad o gratitud como demostró a la muerte de José Luis Santiago Vasconcelos que le había proporcionado seguridad, vehículo blindado y viáticos para sus “acompañantes”.
Lo que realmente sucede en Quintana Roo donde la extrema libertad de expresión se ha convertido en libertinaje, en un mercado sucio de intereses económicos sustentados por grupos políticos antagónicos, es tema de muchos análisis. Con verdadera investigación periodística.
La denuncia de complicidad criminal en personal federal, sea del Instituto Nacional de Migración, de la Policía Federal, de Aduanas, ha sido un tema reiterado en la agenda del gobernador Borge cada vez que se reúne con quien corresponde en la Ciudad de México.
Eso es mucho más sencillo documentarlo a lo largo de estos tres años de su gobierno, debe quedar constancia de sus expresiones frente a los dos titulares de la Sedena, general Guillermo Galván y general Salvador Cienfuegos, con los que ha tratado. La fuente que Lydia Cacho cita como responsable de “Inteligencia Militar”, de existir, tendría que llevar esta minuta al día.
No existe ni una remota posibilidad de vinculación criminal del gobernador, nada está más fuera de su realidad. A Borge lo pueden acusar de muchas cosas pero jamás de tener un esqueleto guardado en el closet, su vida tanto pública como privada, es totalmente transparente y no hay un solo elemento, por pequeñísimo que sea, para que exista alguna sospecha sobre su persona o sus actos de gobierno.
Faltaría a su obligación legal la Sedena, el general Cienfuegos, si documentos de “Inteligencia Militar” hablasen de Borge y no se lo hubiesen informado al primer mandatario que con toda intención y afecto lo saluda públicamente, recordemos lo que decía Luis Spota al respecto, cuando a otros gobernadores como Gabino Cue los ha dejado con la mano extendida.
La señora Cacho acumula reconocimientos en sus paredes, la gente ha comprado muy bien su versión de víctima, pero quien vive de publicar mentiras siempre corre el riesgo de quedarse atrapada en ellas sin ninguna salida…