Desde los Once Pasos
Javier Chávez Ataxca
Aunque lo intente, el Presidente Andrés Manuel López Obrador no puede transmitir su arrastre popular por ósmosis inversa; esa veneración que cubre al fundador de la religión política reinante no puede llegar intacta a quien entregue la codiciada candidatura de Morena para defender el trono en 2024, sea Claudia Sheinbaum Pardo o Adán Augusto López Hernández, identificados como delfín uno o dos y que no han asimilado un miligramo de las toneladas de aceptación disfrutadas por el hechicero de Tepetitán.
En el cuadrangular participan dos malqueridos: Marcelo Ebrard Casaubón y Ricardo Monreal Ávila, aunque Marcelo se ha consolidado como el más competitivo de los concursantes porque depende de su propia luz y destreza, ya que domina el manual de competencia inventado por el PRI –su partido de origen– y saca el máximo jugo a la figura del caudillo, consciente del riesgo con dimensiones de suicidio que representa el viaje sin retorno de la ruptura.
El exgobernador zacatecano Ricardo Monreal ocupa la última posición, pero resaltan sus cualidades políticas que le permitirán sobrevivir en este juego que conoce en sus retorcidos intestinos.
Pero el valioso senador de Morena con licencia ha comprendido que la candidatura tocará otra puerta aunque él escale hasta las nubes en las encuestas, definidas como el dedo índice del amo de la Patria que reflejará la hermética voluntad del hombre más poderoso desde los tiempos de Plutarco Elías Calles, abuelo del PRI del que brotó López Obrador para lanzar al PRI y al PAN a la fosa común.
Hoy Claudia Sheinbaum estará en Cancún, pero la Jefa de Gobierno de Ciudad de México carece del magnetismo astral de López Obrador y no entusiasma su personalidad de monja comparable con la panista Josefina Vázquez Mota, candidata presidencial del PAN derrotada fácilmente en 2012 por el priista Enrique Peña Nieto.
Claudia necesita una atmósfera controlada para sentirse cómoda porque la sacan de quicio las preguntas agudas, como le ocurrió al meterse en la madriguera tabasqueña donde el consentido es su adversario Adán Augusto, quien tampoco entusiasma y luce como bailador de danzón en un reventón de reguetoneros.
Si el ganador del cuadrangular se decide por puntos, como el torneo de futbol de España, Marcelo Ebrard sería el vencedor indiscutible. Pero la competencia de Morena es la liguilla de nuestro futbol.