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Madrid merece una fiesta

El sueño de muchos es recalar un día en Madrid, capital de la madre patria.

Y algunos, tenaces, audaces, trabajan media vida amarrándose las tripas con tal de cumplir con esa vieja ilusión.

A otros, la mayoría, los reclama la madre tierra y jamás consiguen el objetivo.

Qué triste, sobre todo cuando eso se convierte en una obsesión sublime.

Pero hete aquí que no todos tienen tan mala suerte. Hay sus afortunados.

Algunos, ya “bendecidos” con los cargos que ostentan, todavía tienen la inmensa fortuna de viajar gratis a Madrid (¡wow!).

Y ojalá y tuvieran algún merecimiento, algo que a su regreso redunde en beneficios tangibles para sus coterráneos.

Allí, en estos momentos, hay un alcalde que solo fue a vender naranjas y ciruelas, su municipio no produce nada más, aparte de “grillos” -igual que él-, que esos sí, se multiplican por todos lados.

Está el caso de otro, que lo único que promueve con acierto son sus tacos y sus tortas. Es vergonzoso que esté grabando en la mismita FITUR un video dizque promocional y de pronto se le acaben las palabras, teniendo que codear a uno de sus chalanes para que lo saque del atolladero.

También hay una dama que hubiese aportado más beneficios a su municipio quedándose para meter en cintura a la delincuencia y a sus policías, que están más desatados que nunca.

Otro, un diputado federal, que no tiene ni condenada idea de lo que es el servicio público, se retrata en sitios icónicos de Madrid y, el descaro total, la presume.

En fin, Madrid, bien que merece, más que una misa, una enooorme  fiesta.

(Con el correspondiente crédito de la fotografía a Jimmy Palomo).

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