Alerta Roja
Javier Chávez Ataxca
Dulce Yarely Flores Monje es una enfermera de 22 años que labora en el Hospital Naval y desapareció en las primeras horas del 29 de agosto en un parque de la colonia del Bosque, en Chetumal. De ella se habría despedido el novio que trabaja en la Secretaría estatal de Salud y permanece oculto.
El caso mete presión al Fiscal chiapaneco Raciel López Salazar, quien dirige la institución más exigida por el alto número de desaparecidos y muertos, una contabilidad con tinta roja que hace 20 años era inimaginable en Quintana Roo.
Dominados por la desesperación, familiares y amigos de la enfermera bloquearon ayer el tramo carretero en Huay-Pix, donde vive su familia. Exigen que la Fiscalía se active de inmediato y localice y presente al novio, cuya identidad ha sido difundida en redes sociales.
El linchamiento virtual del novio es injusto y peligroso, porque el muchacho puede ser dominado por el miedo o también fue desaparecido. Su localización es boleto de la Fiscalía, cuyo titular Raciel López está obligado a aparecer para compartir datos que no afecten la investigación en curso.
En otro tiempo, cuando la Fiscalía era Procuraduría, titulares como el exalcalde cancunense Francisco Alor Quezada –en paz descansa– y el chetumaleño Gaspar Armando García Torres tomaban el toro por los cuernos y convocaban a conferencia de prensa, siendo accesibles para entrevistas individuales.
Aunque ahora Don Raciel tenga poco que decirnos, su declaración será un bálsamo para la familia de Dulce Yarely, porque el tamaño de la incertidumbre es insoportable cuando ha desaparecido la nieta, hija o sobrina, ya que siempre se teme lo peor y aletea la esperanza.
La intensa búsqueda de la joven enfermera se ha redoblado en zonas del municipio de Othón P. Blanco, mientras miles de sureños siguen el grave caso en redes sociales, esperando una noticia favorable lo más pronto posible.
Sin descuidar otros casos igual de prioritarios, la localización del novio de Dulce Yarely es vital para la investigación que tiene que seguir muy de cerca el Fiscal, cuyo período pretende ampliar nuestro Congreso a 13 años, de ahora en adelante. Una eternidad, si el Fiscal no le echa ganas.