Golpe de mazo
Novedades Chetumal
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El oportuno desmantelamiento de una fiesta clandestina dirigida a menores de edad por parte de la Policía Municipal de Chetumal expuso a la luz la cruda realidad de los riesgos que los niños y adolescentes corren al navegar diariamente en este mundillo virtual donde se ofrece de todo.
Alcohol, drogas y sexo fue el anzuelo lanzado por medio del Facebook y What´s app en una sugerente invitación con la finalidad de atrapar jovencitos y jovencitas incautos, que lamentablemente según el reporte policiaco acudieron por decenas al evento ilícito a todas luces.
Pero este no es un caso aislado y tan solo es la punta del iceberg de un problema mucho mayor que se oculta –a la vista de todos– en la penumbra de las redes.
La conveniente privacidad de las aplicaciones de mensajería, así como las posibilidades que brindan los grupos cerrados de Facebook y otras plataformas contribuyen a la creación de sociedades espontáneas, encubiertas muchas veces en el anonimato, en las que se ofertan todo tipo de servicios y productos al margen de la ley.
Así, narcomenudistas, prostitutas, enganchadores y organizadores de fiestas “rave”, al igual que corruptores de menores que andan a la caza se mueven en las redes con toda libertad, conocedores de que las corporaciones policiacas aún no se meten de lleno en la vigilancia de la internet.
No es el único peligro que los jóvenes y adolescentes enfrentan en el uso cotidiano de las redes, pues aún los grupos “confiables” de compras y ventas entre terceros han sido utilizados para ejecutar asaltos. El modus operandi es sencillo: el comprador cita al vendedor en una zona poco vigilada donde es despojado del producto que pretendía comercializar. En Chetumal se han reportado varios de estos casos.
Ante la preocupante realidad, deben tomarse acciones para prevenir estos delitos, atacando el problema como sociedad. En esta ocasión, fue una llamada anónima de un ciudadano preocupado la que evitó la ilegal fiesta, acción digna de ser imitada para contribuir a erradicar estas prácticas que atentan contra la juventud chetumaleña.
Las policías tanto estatal como municipal tienen que hacer lo propio y modernizarse para atacar un problema del siglo XXI que los está superando por mucho.
Claro que la mayor responsabilidad de cuidar la integridad de los adolescentes corresponde siempre a los padres, que en estos tiempos no deben descuidar el monitoreo de las redes sociales que manejan sus hijos.