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Urge localizar a María López Urbina, titular de la Comisión para la Búsqueda de Desaparecidos en Quintana Roo

Desde los Once Pasos

Javier Chávez Ataxca

Absurdo e imperdonable que la titular de la Comisión de Búsqueda de Personas de Quintana Roo esté más perdida que una mariposa en la selva amazónica. Porque María López Urbina no se está involucrando activamente y con plan estratégico en la misión más dolorosa para cientos y cientos de familias quintanarroenses, con el corazón expuesto por la incertidumbre del paradero de sus seres queridos: hijos, sobrinos, hermanos, madres.

Se habla de una elevada cifra de mujeres y hombres perdidos en Quintana Roo y voy a detenerme en el caso de la niña Fernanda Cayetana Canul Blanco, desaparecida el 21 de julio de 2022 en la zona continental de Isla Mujeres.

Marcos Antonio Cauich Adrián es el taquero que había dado empleo a la pequeña de 12 años, quien quería ahorrar su dinero para comprarse un celular.

El hombre huyó y el Fiscal Óscar Montes de Oca Rosales ofreció un millón de pesos de recompensa para localizarlo, hasta que fue capturado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Pero los chiapanecos lo encontraron y sirvieron en bandeja a la Fiscalía que lo capturó el 10 noviembre, a casi cuatro meses de la desaparición de la niña.

La Fiscalía empantanó el caso Fernanda Cayetana, sin que se actualice el estado de la investigación porque no basta con mantener prisionero al taquero Marcos Antonio.

Luz María González López inauguró la Comisión en abril de 2020 y no pudo con la compleja tarea que exige apoyo presupuestal y reforzamiento institucional en todas las líneas, no de dientes para afuera.

La gobernadora Mara Lezama designó a María López Urbina, quien a partir de 2011 fue delegada en Quintana Roo de la Procuraduría General de la República, sin que su gestión haya sido sobresaliente.

María López Urbina es la primera desaparecida en la Comisión que exige de su titular un compromiso con cerebro y corazón, porque hay que acompañar y ayudar a mujeres y hombres que buscan a sus desaparecidos sin tregua, porque hay que ponerse en los zapatos y sandalias de quienes tienen dolorosas heridas abiertas.

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