Visión Intercultural
Francisco J. Rosado May
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“Sola no puedo cambiar el mundo. Pero puedo lanzar una piedra al agua y crear olas” Madre Teresa de Calcuta El 8 de marzo de 1857, unas 20 mil mujeres se manifestaron en Nueva York en contra de las condiciones laborales que tenían; demandaban igualdad de condiciones que los trabajadores varones que hacen el mismo trabajo y facilidades para atender a sus bebés mediante descansos laborales. En su honor se estableció el Día Internacional de la Mujer.
Parece muy distante la fecha, pero hoy aún existe lugares donde las mujeres ansían contar con esas condiciones básicas. Hoy la narrativa alrededor del movimiento de las mujeres ha tenido un cambio cualitativo, trata de tener mayor resonancia e impacto que la demanda hecha en Nueva York hace 164 años.
El cambio pasó del término mujeres al de género. ¿Qué implica este cambio? No se trata de un simple cambio de término, se busca trascender en el significado original que estableció por ahí de 1955 el sicólogo neozelandés John Money. Gender, el equivalente a género en inglés, fue el término usado de acuerdo con León Rodríguez (Rev. Fil. Univ. Costa Rica, 138, 2015, pp. 39-47) para referirse “a los modos de comportamiento, formas de expresarse y moverse y preferencias en los temas de conversación y juego que caracterizaban la identidad masculina y femenina”.
De acuerdo con la Real Academia Española una de las definiciones de género es para referirnos al grupo a que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico. Género, tiene su origen en el latín “genus” y “eris” para referirse a cosas como tipo, clase, estirpe, linaje, entre otras.
Se usa en biología, en música, literatura, etc. Los humanos pertenecemos al género Homo y la especie sapiens. Las clasificaciones de pop, metal pesado, rock, cumbia, reguetón, etc., se consideran como géneros de música. La palabra género permite una narrativa amplia al no encasillarse únicamente en asuntos femeninos, quizá por ello el objetivo 5 del desarrollo sostenible establecido el 25 de septiembre de 2015 por la ONU para el 2030, señala “igualdad de género”.
Sin embargo, algunos autores consideran que el término género contribuye a no hacer visible los grandes retos que tienen las mujeres hoy en día y que se deben entender y atender.
Por ejemplo, Scott (1999, sexualidad, género y roles sexuales, Fondo de Cultura Económica) señala que la palabra género incluye a las mujeres sin nombrarlas lo que parece no plantear ni reconocer las amenazas críticas a la que están sujetas.
Si tan solo pudiéramos entender que la visión del mundo, procesamiento de problemáticas, retos y planteamiento de soluciones, se relacionan directamente con historias de vida y éstas con la formación y las diferencias que por sexo o situación socioeconómica de las personas o grupos de personas experimentan en su vida, podemos entender entonces que necesitamos nuevos paradigmas para tomar decisiones y acciones mucho más eficaces que las que hemos tenido hasta hoy.
El concepto de género permitió entender que nuestra sociedad ha tenido el dominio del género masculino y que precisamente los diferentes ángulos para entender y atender problemáticas que nos aquejan a todos demandan la participación de las diferentes formas de ver el mundo; así podríamos visibilizar y valorar el papel de las mujeres, y los otros géneros, en la deconstrucción de los componentes nocivos para nuestro desarrollo sostenible y la construcción de mejores alternativas.
Quizá para algunos es mucho pedir, pero o nos atrevemos a cambiar o mantenemos la misma inercia que nos perjudica a todos.