Notas

Puerto Morelos: la descomposición

Tiro Libre

Anwar Moguel
Novedades Quintana Roo

Nadie lo vio venir: en Puerto Morelos, municipio gobernado por la Verde de corazón Tricolor, Laura Fernández Piña, el precandidato favorito para sucederla en la presidencia municipal fue asesinado cobardemente, con seis balazos por la espalda, a solo días de la definición de la candidatura que, dicen muchos, ya tenía en la bolsa.

Según la información que circuló desde ayer, Ignacio Sánchez Cordero, quien fungía como titular de Desarrollo Social en el Ayuntamiento portomorelense, estaba en una cafetería con otras dos personas cuando un solitario sicario abrió fuego directamente en su contra dejándolo mal herido. Falleció llegando al hospital al que fue trasladado de urgencia.

Se trata, sin lugar a dudas, del asesinato político más evidente y doloroso que se haya vivido en nuestro estado, que en su historia nunca había registrado el homicidio de un aspirante con amplias posibilidades de llegar a ser presidente municipal.

Como antecedentes de asesinatos con alta dosis política está el del regidor del PT, Marco Antonio May Molina, apuñalado en las puertas de su casa en Chetumal en el 2014; la ejecución del director de Gobernación en el gobierno de Roberto Borge Angulo, Isaias Capeline Lizarraga, en el 2016; y el asesinato de la candidata a regidora por el PRI en Isla Mujeres, Rosely Magaña Martínez, en el 2018. Todos lamentables, pero ninguno de la envergadura del ocurrido ayer.

Más allá de que este hecho de sangre enrarece el proceso electoral en todo el estado a un mes y fracción de distancia del arranque de las campañas, el cruel asesinato de “Nacho”, como le llamaba de cariño la gente, evidencia el grado de descomposición social y de inseguridad que priva en ese próspero municipio.

Y es que aunque Laura Fernández ha tirado la casa por la ventana para vender la idea de que su gobierno ha sido eficiente y de que en Puerto Morelos todo es color de rosa, la realidad le está pegando en la cara con toda su fuerza.

Los mismos habitantes y empresarios del municipio narran que en los últimos años del gobierno Verde la presencia de la delincuencia organizada en la zona se ha enquistado, operando a sus anchas sin que nadie les ponga un alto. La impunidad ha sido el sello de la casa.

¿De qué otra forma se explica que un sicario tenga la audacia de acribillar a un alto funcionario a plena luz del día en un lugar público sin preocupación ni obstáculos? ¿Qué pueden esperar entonces los ciudadanos de Puerto Morelos, si ni quienes tienen el poder están seguros en su cabecera municipal?

Las funestas consecuencias de esta descomposición se salieron de control y puede tener también serias repercusiones políticas para la alcaldesa Laura Fernández -quien aspira a ser diputada federal- y para el propio Partido Verde, que nuevamente quedó en una posición más que delicada y que tendrá que nombrar a su candidato o candidata para Puerto Morelos en los próximos días bajo un espeso amargor de “sospechosismo”.

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