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¡Jaime Castilla!…¡presente!

Cuando se me muere un amigo, una parte de mí también se extingue.

Y creo que le pasa a todos.

Los amigos son una parte esencial de nuestras vidas.

En lo particular, debo decir que gracias a ellos he encontrado solución a los problemas más rudos con los que mamá natura me ha retado.

Ellos, cachito a cachito, van aportando esos gramos de valentía que se requieren para no declinar nunca ante los obstáculos que siempre acechan a la vera del camino.

Hoy, he perdido a uno de ellos. 

Un soldado ha caído.

Jaime Castilla, el cronista deportivo por excelencia,  ha partido de este mundo.

Le llegó el turno de apagar su vela.

Jimmy, de entre las cualidades que lo distinguieron, fue el ser una persona solidaria en extremo.

Tuve la oportunidad de constatarlo fehacientemente con el fallecimiento reciente de otro compañero y en donde estuvo al pie del cañón para lo que se requiriera.

Hoy, le toco su turno. Le llegó esa cita imposible de eludir.

Esta desgracia, cuando menos, nos deja una gran enseñanza, ya que nos permitió ver como los colegas y varios amigos futbolistas hicieron grupo para hacerle sentir a Jaime cuánto le quisimos.

Tuvimos la oportunidad de constatar de que la verdadera amistad rompe inercias y no conoce límites cuando el empujón es para arriba.

Por fortuna, nuestro amigo pudo sentir y disfrutar de  esa vibra intensa e inmensa que el grupo le aportó.

Al menos eso nos queda de consuelo.

¡Buen viaje al infinito, mi Jimmy!

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