Alerta Roja

El estadio chetumaleño de futbol José López Portillo puede ser confundido con su vecino: el Cereso

CAFÉ DE ALTURA 
Javier Chávez Ataxca

Oculto por el monte, el estadio de futbol José López Portillo –Jolopo, para los de casa– conoció años de esplendor en Chetumal y desde hace años ha sido abandonado a su suerte por el gobierno del estado y el Ayuntamiento, a tal extremo que puede ser confundido con el Centro de Reinserción Social (CERESO) ubicado a 300 metros, frente al aeropuerto de nuestra capital.

Ayer el solitario Jolopo estaba con candados y me llamó la atención su fachada de cárcel inmunda, porque además de tener un área despintada y sucia hay una sábana colgada en su zona interior; quienes lo cuiden quizá tengan ropa íntima y calcetines pestilentes colgados al sol. De ese nivel la puerqueza.

Nuestras autoridades dejaron caer al Jolopo y ha seguido los pasos del estadio de beisbol Nachan Ka’an, convertido en potrero ejidal y cuya reubicación parece inminente; la propuesta es que sea vecino del estadio López Portillo y luce aceptable. 

Quienes elaboran el proyecto proponen utilizar como estacionamiento para ambos estadios el área frontal enmontada a orilla de la carretera; es una enorme superficie que ha sido desperdiciada, aunque queda precisar quién es el dueño. 

Al recorrer su historia, leo que el Jolopo fue inaugurado el 13 de marzo de 1980, en la recta final del gobernador priista chetumaleño Jesús Martínez Ross. En 1985 fue estadio de Segunda División, al ser casa de los Chicleros de Chetumal. Hay historia de la buena, pero ofende y nos cubre de vergüenza su presente.

Aciertan quienes dicen “estábamos mejor cuando estábamos peor”, al aplicar esa expresión a los simbólicos estadios de nuestra capital del Caribe Mexicano.

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