Desde los Once Pasos
Javier Chávez Ataxca
Con tintes revanchistas, el director administrativo del Instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo, Gustavo Cruz Argueta, despidió al menos a un modesto empleado chetumaleño de confianza que hacía los preparativos para cerrar el año.
Lo que podía ahorrarse despidiendo a este humilde trabajador es morralla en la gran bolsa presupuestal del Instituto dirigido por la chetumaleña Lilián Villanueva Chan, quien ha dejado hacer y deshacer a Cruz Argueta, su capataz de absoluta confianza.
El alma negra de Gustavo Cruz Argueta lo impulsa a cometer este tipo de atropellos contra chetumaleños que piden lo básico: trabajar, porque los empleos no se dan en maceta en nuestra capital.
En otro flanco, el director de Patrimonio Cultural, Felipe Octavio Ley López, ha convertido en un Cereso a la Biblioteca Pública Central Javier Rojo Gómez, ya que con mano dura ha obligado al personal bibliotecario femenino a soportar al pie del cañón sin energía eléctrica, por los frecuentes cortes programados en el primer cuadro de la capital.
Pero que soporte la tropa, porque los mandos se desplazan a otras instalaciones con aire acondicionado. Faltaba más.
Este clima envenenado hace que el personal de la Biblioteca más simbólica de nuestra capital sufra un infierno laboral que ha detonado enfermedades en más de una empleada, a causa de la permanente tensión que flota en el ambiente.
Gustavo Cruz Argueta y Felipe Octavio Ley López ya hartaron al personal bibliotecario que lanza un SOS.