Alerta Roja

El merecido Honoris Causa de nuestra periodista quintanarroense Graciela Machuca

CAFÉ DE ALTURA
Javier Chávez Ataxca

Periodista infatigable y con muy buena selección y manejo de sus temas, Graciela Machuca Martínez fue distinguida como Doctor Honoris Causa en la Ciudad de México y su nombramiento es noticia de la buena, porque casi siempre los periodistas somos mencionados para cosas negativas por el peso de los prejuicios instantáneos.

Graciela recibió del Claustro Doctoral Honoris Causa A.C. el Honoris Causa por su destacada labor de investigación, defensa de los derechos humanos y en lo global por su trayectoria como comunicadora humanista.

Ella desde el municipio maya de Felipe Carrillo Puerto cubre todo Quintana Roo y nuestra región sur-sureste, pero además se desplaza a otros estados para entrevistar y reportear sus asuntos, muchos relacionados con víctimas y agresión a los derechos humanos, a menudo a manos de autoridades.

Hace años la acompañé al Cereso de nuestra capital, donde le dieron todas las facilidades para entrevistar a una interna de origen beliceño, procesada por matar a su pareja en defensa propia. Por varios días la torturaron en una casa de seguridad de la Procuraduría –ubicada en el primer cuadro de Chetumal–, para arrancarle la confesión. Al final fue liberada e influyó el trabajo de Graciela.

Las escuelas de comunicación dejaron de preparar periodistas diestros que sepan escribir con claridad, porque se parte de un mal planteamiento: la gente no lee y prefiere lo visual, tipo Tik Tok. Pero el problema es de origen, porque desde la primaria no se les enseña el dominio del español y porque ello a duras penas pueden darse a entender.

Graciela escribe con claridad, contundencia y en abundancia, pero cada párrafo vaya que se justifica.

Valoro su decidido impulso a nuestra Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, porque arrastró el lápiz con nosotros e involucró a expertos para elaborar una ley de avanzada. 

Y aunque nuestra Ley fue aprobada por el Congreso local en la recta final del gobierno de Roberto Borge Angulo, pudo más el resentimiento del gobernador Carlos Joaquín González que decidió cremarla antes de que fueran matando periodistas en su sexenio. Siempre destruir será más fácil para los malos políticos.

Bravo, Graciela.

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