CAFÉ DE ALTURA
Javier Chávez Ataxca
Convertido con todo el descaro en juez y parte, el Magistrado Presidente del Tribunal Electoral de Quintana Roo, Sergio Avilés Demeneghi, sigue raspando un anémico prestigio que debe ser defendido por los magistrados de patio siempre que les sea posible, porque su patrón es el gobierno morenista presente en cielo, mar y tierra.
Pero ahora el señor ha ido mucho más lejos, al garantizarle el gane a su desconocida hermana Deyliana, colocada en las tres listas –de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial– como candidata a Juez Civil y Familiar de Instrucción.
Ni en los tiempos del PRI vimos esa indebida maniobra de un Magistrado Presidente hecho en casa, porque Sergio Avilés egresó de la Universidad de Quintana Roo. De ese nivel sus egresados de la carrera de Derecho, aunque toda generalización sea injusta.
La antidemocrática votación por planillas fue impugnada por tres candidatos a jueces, pero sospechosamente la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación –con sede en Xalapa, Veracruz– turnó a la Sala Superior el reclamo, al estilo Poncio Pilato. Hágase su voluntad en el proceso judicial en curso.
Más llama la atención y decepciona el cínico silencio de los involucrados, porque permiten que se consume este atropello digno de una escena de La Ley de Herodes. Pero en este caso es más imperdonable porque los árbitros del proceso quedan marcados, aunque salirse con la suya es su mayor motivación.
El Instituto Electoral de Quintana Roo se está aplicando en sus tareas para llevar a buen puerto esta votación experimental en cuyo horizonte se asoma un abstencionismo histórico y desalentador, pero en gran parte la culpa es de quienes meten la mano sucia, como el Magistrado Presidente Sergio Avilés Demeneghi que le garantiza el gane a su hermana.
Hay que ser cochino, pero no trompudo, señor Magistrado.
