Alerta Roja

Si le da la gana, Andrés Manuel puede dejar a su primogénito como sucesor

Desde los Once Pasos

Javier Chávez Ataxca

El Presidente Andrés Manuel López Obrador es el amo del juego en su proceso sucesorio, porque el Caudillo tabasqueño con su poder del Monte Olimpo elevó a los altares a Claudia Sheinbaum Pardo, descuartizando las ilusiones de Marcelo Ebrard Casaubón en la batalla interna por la candidatura presidencial de Morena.

Siempre ha sido así al menos desde los tiempos primitivos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, porque en su oscura soledad el Presidente decide quién es su sucesor o al menos el candidato, como ocurre a partir de 2000.

Para la lucha presidencial de 1994 el Presidente priista Carlos Salinas decidió que el candidato fuera Luis Donaldo Colosio Murrieta, pero su raro homicidio en Tijuana lo obligó a elegir a Ernesto Zedillo Ponce de León, quien mal agradecido y resentido mordió la mano de su benefactor al enviar a la cárcel a su hermano Raúl Salinas.

El exgobernador guanajuatense Vicente Fox ganó la Presidencia en 2000 y se impuso a la dirigencia nacional del PAN para ser el candidato, ya que era rechazado por panistas doctrinarios. Pero el hombre de las botas hizo historia al llevar al partido blanquiazul a Los Pinos por vez primera.

Y ya en su despedida Chente Fox evitó que Andrés Manuel ganara la Presidencia en 2006, logrando que Felipe Calderón conservara el trono para el panismo en el choque más cerrado de todos los tiempos, aunque para muchos –y me incluyo– le ganaron a la mala a Andrés Manuel.

Ahora las encuestas fueron pasatiempo distractor de Andrés Manuel, pero aguas, morenos: Claudia Sheinbaum aún no es candidata oficial, por lo que el Presidente puede cambiar de opinión y designar a su hijo mayor Jesús Ramón López Beltrán en un caso cercano a lo imposible, pero la política nos ha acostumbrado a ver de manita sudada a panistas con priistas y perredistas, o a los del Verde con Morena, de ahí que sea realidad el escenario más fantasioso, producto de un sueño de goma de opio.

Y Morena es un partido político que depende del aliento creador o destructor de Andrés Manuel, cuyos exitosos programas asistencialistas que abarcan a jóvenes y ancianos provocan la lluvia de votos a favor del partido guinda. Es la victoria en las urnas de los depósitos mensuales o bimestrales en las tarjetitas oficiales, pero la entrega de estos apoyos multimillonarios en su conjunto ha sido un salvavidas para millones de humildes viejecitos, muchos abandonados por hijos y nietos.

López Obrador tiene todo el poder en sus manos y lo sabe Claudia Sheinbaum, quien consulta cada movimiento con el hombre que reina en Palacio Nacional, consciente de lo frágil de su conquista vía encuestas al gusto del Caudillo.

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