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El tiempo de las mujeres ha llegado: Dominga Cambrano y la dignidad sindical en el SQCS

Mario A. Millán C.

La historia la escriben quienes tienen el valor de romper el molde. Y en Quintana Roo, ese molde —pesado, viejo, excluyente— ha empezado a resquebrajarse gracias a mujeres que han decidido no esperar más, que han alzado la voz y tomado las riendas de su destino. Una de ellas es Mara Lezama, la primera mujer en gobernar Quintana Roo, quien no solo venció una estructura política de más de 40 años dominada por hombres, sino que instauró un nuevo paradigma de poder cercano a la gente, sensible, incluyente, profundamente humano.

Desde el inicio de su mandato, Lezama ha sido enfática: “Es tiempo de las mujeres”.

Y no es una consigna vacía.

Hoy, por primera vez en la historia del estado, los tres poderes —Ejecutivo, Legislativo y Judicial— están encabezados por mujeres.

No se trata de cuotas, ni de gestos simbólicos. Es un cambio estructural, profundo, que empieza a transformar las formas de ejercer el poder y de entender el servicio público.

Este nuevo tiempo ha inspirado a muchas otras mujeres en los distintos rincones del estado.

Una de ellas, desde el corazón del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social (SQCS), ha decidido dar un paso valiente que representa mucho más que una candidatura sindical.

Se trata de Dominga Cambrano, trabajadora del área de noticias, quien ha levantado la mano para participar en el proceso de elección del nuevo dirigente del sindicato del SQCS.

Dominga no lo hace desde la comodidad de una estructura que la respalde ni desde los favores del poder. Lo hace desde la dignidad, la convicción y la historia compartida con muchas otras mujeres trabajadoras que han permanecido invisibles durante años.

Ella se enfrenta a un entorno sindical que ha funcionado, por décadas, bajo las lógicas de la imposición, del compadrazgo y de la obediencia ciega.

Hoy, ese viejo modelo tiene nombre y rostro, el del actual líder sindical Othoniel Soto Apolinar, quien pretende imponer a su incondicional Mario Collí como sucesor, como si la voluntad de los trabajadores fuera un trámite y no un derecho.

Pero Dominga Cambrano no tiene miedo.

Su sola decisión de participar ha desarmado políticamente a quienes daban por hecho la continuidad de un sistema caduco.

Su comité, integrado por mujeres y hombres valientes, no busca confrontación por capricho, sino transformación por convicción.

Representa un grito contenido durante años por quienes exigen respeto, democracia, dignidad y un sindicalismo que verdaderamente represente a sus bases.

En este contexto, Dominga se convierte en mucho más que una candidata, ella es un símbolo.

Es la mujer trabajadora que se cansó de ver pasar las decisiones por encima de su voz. Es la que entiende la importancia de la libertad, de la justicia, de la verdad. Es la madre, la compañera, la líder natural que no necesita más poder que su propia historia para desafiar la imposición.

Lo que está en juego en el SQCS no es solo una elección sindical. Es la posibilidad de transformar una institución desde sus cimientos, de demostrar que los tiempos han cambiado y que el poder ya no puede seguir operando entre sombras. Es la oportunidad de extender a todos los niveles ese mensaje que la gobernadora Mara Lezama ha convertido en bandera: el tiempo de las mujeres no solo ha llegado, está transformándolo todo.

Y si Quintana Roo es hoy ejemplo nacional de ese cambio, es gracias a mujeres como ellas, las que abren caminos y se atreven a cruzarlos.

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