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Novedades Chetumal
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Los médicos generales que atienden urgencias en clínicas privadas de Chetumal se están sirviendo con la cuchara grande, cobrando la consulta a un precio muy elevado al ser comparado con Mérida, donde el costo es mucho menor.
Aquí cobran 365 pesos, mientras en Mérida el paciente o sus familiares tienen que desembolsar 200 pesos. Quizá sea provocado por la agresiva competencia que hay en la capital vecina, donde hay una oferta que otorga invaluables beneficios a los enfermos.
Los galenos que laboran en Chetumal deben controlar sus instintos de mercaderes, para cobrar lo justo a familias que son ahuyentadas por el pésimo servicio que hay en clínicas gubernamentales.
Porque a mal árbol se arriman las familias cuando recurren a las clínicas del IMSS e ISSSTE, cuyo personal deshumanizado saca de quicio al más resistente, lo que explica la afluencia de chetumaleños a clínicas como la Carranza, donde acumulan errores imperdonables que han puesto en riesgo a amigos míos.
Nada justifica un cobro tan excesivo, ya que va acompañado por un receta de medicamentos dolorosos para el bolsillo.
Un mal diagnóstico de un especialista de la Carranza puso en peligro de muerte a un experimentado periodista, quien dominado por crecientes dolores tuvo que interrumpir su viaje familiar para ser atendido en la clínica Campestre, donde le fue diagnosticado certeramente su mal.
Otros testimonios de amistades siembran desconfianza, ya que clínicas como la Carranza no son garantía de mayor efectividad, pese a los elevados costos que uno tiene que aceptar cuando la vida está en riesgo.
Más grave es la pésima reputación de los galenos locales, quienes con frecuencia fallan en sus diagnósticos, mal interpretando resultados como principiantes provocando daños irreversibles.
Me consta que especialistas establecidos en Mérida descalifican de entrada todo tipo de ultrasonido, radiografía, mastografía o análisis hechos en Chetumal, ya que para ellos sus colegas tienen categoría de malos aprendices en los que no se puede confiar.
Nuestros galenos deben hacer un alto en el camino para evaluar su grado de actualización, ya que ante la falta de una Comisión Estatal de Arbitraje Médico quedamos en manos de Dios.