Desde los Once Pasos
Javier Chávez
Con el festín electoral de 2024 a la vista, predomina la modorra de la clase política chetumaleña que a estas alturas del partido no ha enviado la mínima señal competitiva para recuperar su diputación federal, humillantemente en manos de la cancunense Anahí González Hernández.
La diputación federal es un caballo pura sangre indispensable para entrar en zona de alta competencia, pero nuestra clase política tradicional ha sido degradada por la Cuarta Transformación que lleva la voz cantante, a grado tal que se esfumaron las figuras del PRI, PAN y PRD, mientras Movimiento Ciudadano no acaba de cuajar.
Es muy probable que la débil Anahí sea designada candidata de Morena a la alcaldía de Cancún, y si ella es enviada a dar ese salto mortal quedará vacante la diputación federal que fue una posición habitual de chetumaleños, con sus períodos de excepción.
La modorra de nuestra clase política quesobolera es atribuible a la musculatura de Morena y Verde que ganan automáticamente al aparecer en la boleta, lo que explica en otro nivel de competencia el triunfo arrasador del impreparado e inculto chetumaleño Omar Rodríguez Martínez, quien cobra como diputado local de Morena por el distrito 15. Pero la culpa la tienen los obedientes electores que lo hicieron compadre.
La clase política de nuestra capital envejeció y sus nuevos valores no se desarrollaron y desaparecieron valores notables como los expanistas José Hadad Estéfano y Mario Rivero Leal.
En la otra zona del tablero el PRI está en bancarrota moral y financiera, mientras Movimiento Ciudadano sigue como promesa con su movimiento naranja que se niega a desafiar cara a cara a Morena y al Verde, amplio favorito en las apuestas para conservar la diputación federal con cabecera simbólica en nuestra capital, porque en los hechos la absorbió el insaciable Cancún.
