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Otro aniversario de la guerra social

Visión Intercultural

Francisco J. Rosado May
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El 30 de julio se conmemora otro aniversario oficial, el 177, del inicio de la guerra de castas, después llamada guerra social, que inició en Tepich, Quintana Roo.

Como en cada aniversario, habrá actos oficiales y no oficiales, con mucha política, tinta y palabras de por medio, promesas, como reconocimiento a la lucha y resistencia de los Mayas. Quizá se haga algún anuncio importante en materia de política social, reiterando la enorme “deuda histórica” que la sociedad tiene hacia los actuales herederos de la cultura que en el pasado estuvo a la cabeza en muchas áreas del desarrollo humano (agricultura, matemáticas, astronomía, artes, gobernanza, etc.). Pero hasta ahí.

Con 177 años de conmemoraciones, ¿Cuántas personas de origen Maya han ocupado u ocupan cargos de alto nivel de toma de decisiones? Aquellos que ocupan esos cargos, ¿qué tanto saben de la lengua y cultura Maya? El hecho de haber nacido en alguno de los municipios considerados como indígenas, no garantiza que la persona tiene los principios, valores, o identidad indígena. Bajo estas condiciones, sin la debida participación por parte de los Mayas en su desarrollo e integración con el mundo no indígena ¡no hay forma de atender la deuda histórica!

No falta quien razone lo siguiente. Pongamos que las conmemoraciones del aniversario de la Guerra de Castas iniciaron hace 100 años, ¿no ha sido tiempo suficiente como para ver cambios reales en la población Maya? ¿Pues de cuanto es la deuda histórica que los gobiernos no han logrado pagar en un siglo? Solo son preguntas, lógicas, para pensar.

La información oficial confirma lo que las comunidades indígenas viven cotidianamente: pésimos servicios públicos (infraestructura, agua, electricidad, educación, salud, caminos saca cosechas, carreteras), niveles de pobreza altos o muy altos, incidencia alta de enfermedades, educación con carencias, y un largo etcétera. ¿Por qué?

Si alguien argumenta que no hay capacidades formadas entre los integrantes de las comunidades Mayas, mencionado en diferentes contextos, tiene grandes problemas. El primero es que tácitamente está aceptando que el gobierno no ha hecho su parte. No hay personas capacitadas porque no se ha hecho la inversión suficiente ni se tienen políticas públicas claras y contundentes, medibles a corto mediano y largo plazo.

Es cierto, hay instituciones de educación superior, pero ¿Cuál ha sido el impacto que han tenido en el desarrollo de la sociedad? ¿O son ejemplos de más de lo mismo porque no tienen el personal capacitado, en todos los niveles, ni los apoyos suficientes?

El segundo contrargumento es que, a pesar de las condiciones negativas, la cultura Maya ha sido resistente y resiliente. Aún hay suficientes elementos de saberes y formas de crear conocimiento que no han sido ni reconocidos ni valorados en su verdadera dimensión por los tomadores de decisiones. No hay duda, la cultura Maya aún guarda conocimientos profundos en materia de salud, manejo de recursos naturales, agricultura, gobernanza, educación, etc., pero han estado invisibles por 177 años, no están incorporados como debe ser en la política pública ni en el presupuesto. Existen no debido a las acciones de gobierno propiamente dichas, sino que en varios casos a pesar de ello. Un ejemplo es la prohibición tajante de las quemas en las milpas, en vez de aprender y enseñar a hacerlo. La prohibición explica las quemas propiciadas para siniestrar áreas y reclamar beneficios.

Un cambio de actitud, una política de co-creación entre gobierno y Mayas, para políticas públicas y toma de decisiones puede lograr que las comunidades Mayas contribuyan en forma significativa al producto interno bruto del país.

O ¿es que se trata de mantener la deuda histórica para tener el argumento del discurso en cada conmemoración de la Guerra de Castas?

Es cuanto.

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