Anwar Moguel / Javier Chávez
Revista Puntual Regional
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Con la complacencia total del alcalde José Alfredo “Chepe” Contreras Méndez, el Ayuntamiento del municipio de Bacalar se ha convertido en feudo de políticos y funcionarios capitalinos que no solo se han incrustado en los cargos de mayor importancia del Ayuntamiento, sino que además son los que mueven la batuta del gobierno en el décimo municipio sometiendo al propio alcalde a sus deseos y caprichos.
Definitivamente cuando los bacalarenses pelearon por su derecho en convertirse en municipio nunca se imaginaron que vivirían una situación como la actual, donde la clase política local, que no es escasa, ha sido desplazada por completo para abrir lugar a advenedizos chetumaleños que no encontraron donde colocarse en la capital, y que fueron recibidos con los brazos abiertos por el alcalde “Chepe” Contreras.
De entrada, los polémicos nombramientos de Normando Medina Castro como secretario general del Ayuntamiento, y de Omar Escalante Muza como tesorero, fueron una ofensa para la gente de Bacalar, ya que los dos llegaron a dichas posiciones apadrinados por el propio alcalde, sin importar que no contaran con los años de residencia en el municipio de Bacalar que exige la ley.
Y es que como se documentó en su momento, la Ley de los Municipios del Estado de Quintana Roo en sus artículos 119 y 123 establece con claridad que para ocupar los cargos de Secretario General y Tesorero se requieren al menos cinco años de residencia en el municipio, requisito que ni Normando Medina ni Omar Escalante Muza cubren, más sin embargo la ley fue pisoteada por Contreras Méndez que los impuso a como dé lugar.
Por si fuera poco, estos personajes llegaron con un largo y turbio historial de asuntos corruptos de toda índole. Normando Medina salió muy mal parado de la Cojudeq debido a la forma tan poco transparente con la que manejaba los recursos, mientras que Omar Escalante Muza fue señalado como el principal artífice del fraude de las medallas al mérito deportivo entregadas en el municipio capitalino, aunque nunca se procedió en su contra.
Con el colmillo por delante, Normando Medina y Omar Escalante tomaron por asalto al Ayuntamiento bacalarense convirtiéndose no solo en los consejeros de cabecera de “Chepe”, sino en los directores de escena y quienes toman las decisiones trascendentales en el municipio, sobre todo aquellas que tienen que ver con dinero.
Pero la invasión de chetumaleños no terminó con estos dos altos funcionarios, sino que aferrado a rodearse de colaboradores capitalinos, Contreras Méndez abrió la puerta para colocar a otros recomendados de Chetumal en codiciados puestos de su gabinete, sin importarle las críticas de sus paisanos que sienten, con justa razón, que los traicionó por su deseo de incorporarse a la clase política de la capital.
En la Secretaría Particular colocó al chetumaleño Eduardo Anguiano, cuya trayectoria en el servicio público es inexistente y nadie sabe realmente como llegó a esa posición. Sin embargo “Chepe” lo ha defendido ante propios y extraños asegurando que es un hombre que goza de toda su confianza, a pesar de los yerros de novato de su colaborador.
La dirección de obras públicas “Chepe” la cedió en bandeja de plata a Jorge Leonardo Sánchez Castillo, quien anteriormente fue jefe del departamento de recursos materiales de la Uqroo, y que llegó a una dirección municipal en Bacalar en la horda invasiva de chetumaleños.
La lista aún es larga, y aparecen también los nombres de Ramón Eliezer Mex Alcocer, en la dirección de planeación; Israel Castillo Olivera, en la dirección de desarrollo rural, y Otni Alvarado en la secretaría técnica.
Cabe señalar que todos estos chetumaleños en puestos directivos radican en la ciudad de Chetumal y no tienen la menor intención de emigrar a la cabecera del décimo municipio, por lo que no se puede hablar de un verdadero arraigo.
Y de acuerdo a fuentes internas del Ayuntamiento hay al menos otra decena de chetumaleños que ocupan puestos de menor envergadura, como secretarios o asistentes administrativos, más sin embargo le quitan la posibilidad de empleo a un residente del municipio.
¿Acaso no habrá en todo Bacalar personas capacitadas, profesionistas destacados que puedan ocupar esas direcciones? ¿Por qué “Chepe” optó por ceder las riendas de su gobierno al grupo de Chetumal en detrimento de su propia autoridad e imagen política?
Para muchos de sus críticos el alcalde está autoboicoteando su gobierno con esta y otras acciones que lo han dejado muy mal parado ante sus paisanos, que reprueban la forma en que el ex taquero está manejando el Ayuntamiento.
Pero así como mantiene a su séquito de chetumaleños, “Chepe” también se ha aferrado en violar una y otra vez la Ley de los Municipios al tolerar que varios de sus coordinadores tengan, además de sus funciones en el municipio, un segundo trabajo, a pesar de que dicha situación está estrictamente prohibida por la normatividad vigente.
Y es que una buena parte de esos coordinadores son a la vez maestros que están frente a grupo, mientras que ocupan altos cargos como funcionarios municipales pese a la incompatibilidad de horarios.
Entre los protegidos del alcalde se encuentran Oscar López Braga y Héctor Martínez Trejo, los cuales duplican funciones y cobran doble y hasta triple salario con el consentimiento de “Chepe”.
Otro que está en la misma situación pero que se considera intocable es Rubén Luna, director de servicios generales del municipio, ya que es compadre de alcalde y por ende uno de sus principales protegidos.
A decir de algunos bacalarenses cercanos al alcalde, el deseo de “Chepe” es que la clase política de la capital lo deje de considerar un pueblerino con humilde pasado de taquero, y ahora quiere aprovechar su puesto para dar un salto social y codearse con la élite chetumaleña, ambición que lo ha llevado a ceder el control de su gobierno a chetumaleños de negro historial.
Sin embargo fue justamente ese pasado humilde el que lo catapultó en la política, así como la popularidad que gozaba ante sus paisanos que ahora lo desprecian por sus acciones traicioneras contra su propio pueblo.