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En la casa chetumaleña del pintor Elio Carmichael, repleta de sus creaciones

Chetumal, 22 de abril
Javier Chávez Ataxca

Cuando recorres la íntima casa de Elio Carmichael te emociona el estallido de la obra pictórica del artista chetumaleño que cerró los ojos el cinco de julio de 2014 y nos dejó un legado disfrutable en murales como el del Congreso de Quintana Roo, pero Elio es un mar, una selva en contenido majestuoso.

Elio es tan nuestro como la adormecida bahía caribeña que apenas ofrece resistencia al paso de huracanes, como el mortífero Janet de fines de septiembre de 1955. Es como la calle fundacional disfrutada por aquellos niños del Territorio desvanecidos con su bastón en el Chetumal moderno, con casas de madera derrotadas por la mampostería y letreros de franquicias nacionales.

Vital Elio Carmichael Jiménez nació el 13 de abril de 1935 en Payo Obispo, cuando Quintana Roo apenas había recuperado su condición de Territorio por decisión del Presidente Lázaro Cárdenas del Río, quien iniciaba su mandato para la historia.

El 30 de septiembre de 1971 obtuvo el título de Pintor en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), diploma visible en su casa habilitada como Fundación Elio Carmichael A.C., ubicada en la privada Flamboyanes y en la misma acera de la casa de la exalcaldesa priista Cora Amalia Castilla Madrid, escala irresistible en temporada navideña hasta hace algunos ayeres.

La casa de Elio ha sido improvisada para exhibir sus creaciones geniales, con pinturas, grabados, bocetos y pertenencias tan íntimas, como libros y su primer celular obsequiado por el gobernador Mario Villanueva.

Por las dimensiones del hogar no es posible colocar toda su obra, pero la probadita nos permite admirar el genio artístico de un hombre irónico y con saetas repentinas que fulminan al acompañante.

Una pintura tiene un daño perceptible porque fue dada en préstamo para una exposición del Congreso del Estado en otra Legislatura y fue perforada. Algún estúpido creyó que manipulaba un costal de papas.

En la enorme mesa del comedor luce el mural histórico del Congreso y en cada personaje Elio dejó un mensaje encriptado con jiribilla, travesura habitual de los genios.

La atmósfera de la casa de Elio Carmichael nos permite sentirlo en su espacio tan querido donde disfrutó la vida y falleció, rodeado de sus seres tan amados.

Debo a Nicolás Lizama el recorrido que contó con la explicación magistral de José Luis Ruz Escalante, amigo hasta la médula de Elio. Cada obra y pieza atesoradas fueron explicadas por Guadalupe Villanueva Enríquez (Presidenta de la Fundación), Raúl Nava Velázquez (Vicepresidente) y José Aarón Nava Villanueva, secretario.

La Fundación está haciendo un enorme esfuerzo para mostrar la obra de nuestro pintor y muralista, pero es obligada la intervención de Lilián Villanueva Chan (titular del Instituto de la Cultura y las Artes) y la gobernadora Mara Lezama para que el legado de Elio Carmichael pueda ser exhibido en un espacio más amplio y acondicionado, admirado por los de casa y visitantes.

Mi historia queda con puntos suspensivos

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