Chetumal, 16 de septiembre
Juan Juárez Mauss
Es urgente, que las autoridades encargada de salvaguardar la integridad física y mental de niños y jóvenes pongan un fin a los abusos que cometen personas en contra de menores de origen indígena, fenómeno que se ha acrecentado en los últimos años en Quintana Roo ante la falta de acciones concretas y drásticas en contra de una mafia de adultos que obliga a laborar a plena luz del día a niños, sin el mayor temor de ser castigados por esta explotación infantil.
La ciudad de Chetumal es el escenario (como otras partes de la entidad) en donde menores de edad de origen indígena laboran en las avenidas y calles, ofertando dulces, ropa ó cualquier artículo que puedan comprar lugareños y visitantes.
¿Quién no ha visto a menores en bicicleta con canastas de dulces en avenidas, parques y jardines ofertando sus productos?, ¿o jovencitas con ropa en sus hombros ofreciéndola al mejor postor? Todos tienen una característica, son gente originaria de los estados de Chiapas u Oaxaca.
Se tiene el antecedente (por los propios explotados) que ellos llegan al estado traídos por un grupo de personas que les prometan a sus familias un dinero para dejarlos ir a “trabajar” a las ciudades que ellos consideran atractivas para el comercio que realizan.
Los dotan de un techo, les pagan un sueldo diario según sus ventas, pero siempre menor de las ganancias que generan. Diariamente les asignan un área de trabajo, luego de repartirlos en una lujosa camioneta propiedad de los vividores.
Como estrategia para no ser detectados, continuamente alquilan casas en colonias populares en donde los menores pernoctan para luego continuar su “trabajo” diario.
De esta explotación infantil tienen conocimiento las autoridades, e incluso a inicio del año, la directora del DIF en Othón P. Blanco, reveló que sus homólogos estatales realizaban una investigación sobre el caso, indagación que hasta ahora no se sabe si se hace o fue mero comentario, pues a la fecha no existe ninguna acusación sobre alguna persona por este abuso infantil.
Lo cierto es que de noche y de día se pueden observar niños como el del video que le presentamos, vendiendo en las calles. Este pequeño de tan sólo cuatro años de edad, se le grabó esta semana ofreciendo chicles a las personas sobre la Avenida de los Héroes cruzamiento con la avenida Álvaro Obregón, cerca de las ocho de la noche.
Pese a su edad, el menor ya diferencia las denominaciones de monedas, habilidad que lo ayuda a proporcionar el cambio a sus compradores. Su explotador lo esperaba escondido en un puesto ubicado sobre la avenida Álvaro Obregón, local cuyos permisos le dio el ayuntamiento local.
De los diez municipios que conforman el estado, solo el Ayuntamiento de Solidaridad cuenta con inspectores las 24 horas del día que están de guardia para atender alguna queja sobre explotación infantil. De los otros municipios, como el caso de Othón P. Blanco, la tarea se la asigna las autoridades estatales.
Mientras que no se pongan a trabajar todos por igual, seguiremos viendo el abuso que cometen contra estos pequeños, como el que hoy le presentamos, que hacen trabajo a altas horas de la noche, cuando deberían de estar en su hogar, disfrutando de su niñez, y no siendo explotados por la mafia de personas que ha asentado sus reales en Quintana Roo a falta de una acción enérgica de las autoridades.