Sin Anestesia
Gran revuelo causó la iniciativa lanzada por el alcalde capitalino, Eduardo Espinosa Abuxapqui, que pretende imponer un gravamen del diez por ciento a los boletos para el cine, impuesto que tal y como explicó el edil, es asunto común en muchas ciudades del sureste y del país.
Y es que desde que se dio a conocer la propuesta de ley, ya aprobada por el Cabildo y turnada al Congreso local, muchos cinéfilos chetumaleños pegaron el grito en el cielo preocupados por la probabilidad de que las empresas Cinépolis y Cinemex utilicen este impuesto como pretexto para elevar sus ya de por sí infladísimos precios.
Tal preocupación es válida sabiendo cómo se las gastan los empresarios, sin embargo no hay razón de encarecer el costo del boletaje, ya que el verdadero negocio de los cines radica en la venta de dulces, refrescos y golosinas a precios de primer mundo.
De hecho una de las estrategias más comunes que utilizan las cadenas de cine para atraer clientela es rebajar el costo de los boletos, hacer campañas de 2 x 1, o hasta regalarlos en las escuelas primarias y secundarias de esta capital, porque sus ganancias están en el consumo.
Abuxapqui conoce el negocio de primera mano, pues en el pasado fue administrador del Cinema Campestre, que por muchos años fue el más concurrido de la ciudad.
Según los cálculos del Municipio, de aprobarse este impuesto el Ayuntamiento podría recaudar entre 100 y 150 mil pesos mensuales que servirían para fortalecer rubros como servicios públicos, protección civil y el DIF municipal.
La idea no es mala, y los millonarios dueños de Cinépolis y Cinemex tienen prohibido respingar porque a su llegada se les otorgaron mil y un beneficios fiscales con tal de atraer inversiones a Chetumal. En estos años se han servido con la cuchara grande, cobrando entradas al mismo precio que en ciudades donde está vigente este gravamen.
Ahora, es su turno de aportar.