Golpe de Mazo
Novedades Chetumal
.
Si bien la ostentosidad con la que se mueve la directora general de la CAPA, Paula González Cetina ha generado innumerables críticas de ciudadanos que con toda razón señalan la prematura opulencia de la funcionaria, sus excesos que han salido a la luz pública son solo la punta del iceberg.
Debajo de la superficie, Paula González tiene oculta una riqueza acumulada en tiempo récord con propiedades de valor millonario, cuentas bancarias e inversiones de diversos tipos, y una estela de abusos cometidos al amparo del poder.
Su gestión se ha caracterizado por un nepotismo descarado donde por sus pistolas impone a amistades en puestos inmerecidos, desplazando a trabajadores que se han partido el lomo por años en la dependencia.
Así, ha incorporado a la pesada nómina de la CAPA a la novia de su hermano, Verónica González Zapata, a la que regaló una plaza de jefe de departamento; al hermano de su chofer, Osvaldo Rodríguez Alonso y a Roberto Yam, ex burócratas que quedaron desempleados en la reingeniería administrativa y que ella rescató por amistad.
La lista continúa, pues también ascendió a una de sus consentidas en la dependencia, Anabell Santos, de jefa de oficina a subgerente administrativa, con un jugoso sueldo de 29 mil pesos gracias a que adicionalmente a su salario de 16 mil pesos según el tabulador, la premió con una compensación de 13 mil pesos.
Egresada de la UQROO como licenciada en Economía y Finanzas, la funcionaria logró ingresar a las filas de la burocracia gracias al impulso de sus padrinos, primero en puestos de medio pelo que le permitieron darse una vida cómoda, lejos de las carencias de sus años mozos.
Pero esa vida común y corriente la dejó atrás desde que probó las mieles del poder económico que brinda el manejo amañado de licitaciones públicas, logrando en pocos meses tener, además de su lujosa casa en la zona VIP del fraccionamiento Andara en Chetumal, una mansión de descanso en el exclusivo desarrollo residencial Nuevo Mahahual, construido por el empresario Isaac Hamui Abadi.
La soberbia ha enceguecido a Paula, que incluso se ha asignado para su uso personal una cantidad ridícula de vehículos. Su favorito, por supuesto, es la lujosa Cheyenne High Country que presume en todos lados, pero además tiene a su disposición una Suburban negra, una Jeep Patriot, una Ranger doble cabina y hasta un humilde Chevrolet Aveo.
Y a esos no se les salen las llantas ni les falta mantenimiento. Vaya contraste.