CAFÉ DE ALTURA
Javier Chávez Ataxca
Gilberto Guzmán de Dios fue detenido por violar y arrebatar la vida a golpes a su hijastro de dos años en Cancún, escapó de la cárcel y se lo tragó la tierra desde el 19 de octubre de 2024, sin que haya sido de gran ayuda una ficha de recompensa de la Fiscalía General de Quintana Roo para recapturarlo, desprendiéndose de 300 mil pesotes.
El nueve de octubre, por la noche, el niño ingresó en estado crítico al hospital general Jesús Kumate y no fue posible salvarlo; después se supo que su hermanito de seis años también había sido agredido por el salvaje originario de Teziutlán, Puebla. La madre no intervino, quizá dominada por el miedo.
Vivían en el fraccionamiento Villas Otoch, Paraíso, una zona de Cancún que ha sido escenario frecuente de hechos sangrientos, pero la violación y asesinato de un bebé sale de lo común y más indigna cuando el responsable es cabeza de familia, en este caso padrastro.
Por la fuga de Gilberto Guzmán de Dios fueron separados de sus cargos Jorge Armando López Rosas (director del Cereso) y el comandante operativo Sergio Javier Alcalá Encinas. La negligencia es el cargo más evidente y ya no se supo si la Fiscalía escarbó para saber qué diablos pasó en realidad.
En entrevista de Luis Hernández para Milenio (25 de octubre del 24), el Fiscal chiapaneco Raciel López Salazar dijo que identificaron “la ruta de escape” y multiplicaron la búsqueda en varias zonas de Cancún. Pero el perseguido resultó más vivo.
La Fiscalía lanzó una ficha de recompensa (el 24 de octubre de 2024), ofreciendo 300 mil pesos por información que permita ubicar al presunto homicida, cuyo domicilio original en Teziutlán lo conocen los sabuesos judiciales por su credencial de elector difundida inicialmente.
Pero ficha y búsqueda quedaron en el olvido de todos –incluidos los reporteros de nota roja de Cancún–, como impune el asesinato de un bebé cancunense.
A Gilberto Guzmán de Dios se lo tragó la tierra y su inmerecido apellido materno conoce su destino. Eso sí, está muy tranquilo y tal vez sin remordimientos.






